El B.I.M. 5 en Malvinas
Testimonio del contraalmirante IM (VGM) RE Carlos Robacio
Con el grado de Capitán de Fragata Carlos Robacio (*) comandó a 800 soldados del BIM5 y a 200
del Ejército Argentino durante los combates desarrollados en el Monte
Tumbledown, Sapper Hill y Monte William. Allí se enfrentaron con los
paracaidistas ingleses y con los gurkhas.
Estos patriotas combatieron hasta agotar la munición, pese a haber
llegado la orden de rendición.
Tenía a mi mando 700 hombres del batallón, y alrededor de
200 efectivos del Ejército, con los que luchamos en el momento más crítico y
más feróz del ataque británico; pese a ello, se registró un grado
increíblemente ínfimo de bajas: 30 muertos y 105 heridos. Como contrapartida,
les provocamos al enemigo el más alto número de muertos: aunque no lo reconocen
oficialmente, en la zona donde peleó el BIM 5 los británicos perdieron 359
hombres, de donde saco esa cifra? ellos mismos me la dijeron.
“De los 74 días que pasamos en Malvinas, 44 recibimos fuego
permanente sin poder responder. Solo los 4 o 5 últimos días fueron de real
combate para nosotros… Recuerdo un momento del último día, el 14 de junio, a
las 10 y media de la mañana. Era un momento muy crítico. Nos estábamos
replegando sobre Sapper Hill, desde Tumbledown y Williams. Veo que el segundo
comandante, Daniel Ponce, capitán de fragata, cae, agotado, rendido. Él fue un
segundo comandante perfecto, un ejemplo. Cuando cae, dos conscriptos van a
auxiliarlo. No estaba herido. Estaba agotado, no podía más. Ponce ordena a los
conscriptos que lo dejen. Ellos le dicen: “Si hay que morir, morimos los tres”.
Lo ayudaron, lo levantaron, lo llevaron y los tres salieron con vida. A esto yo
le llamo cohesión.
Todos sabían lo que estaban haciendo. Me conmovió la entrega
del subteniente Silva, del Ejército, que se incorporó a mi unidad cuando se
replegó el Regimiento 4. Silva era un valiente. Vino y me dijo que lo destine
en el lugar donde se iba a luchar más duramente. Fue a Tumbledown. Murió con
sus 4 soldados, peleando con la mayor bravura. Allí estaban los escoceses (muy
buenos, como los paracaidistas ingleses) y los famosos gurkhas, que eran pura
propaganda. Caían como moscas. También recuerdo a un conscripto que desobedeció
mis órdenes. En un momento del combate en que los británicos eran rechazados,
él corre detrás de ellos, baleándolos sin parar. Yo le ordeno que se detenga.
Pero él sigue. El fuego enemigo lo alcanza y cae muerto. Yo mismo lo enterré
estaba a 500 metros delante de las posiciones en que debía estar…y rodeado de
enemigos muertos. Actos de arrojo así hubo a montones, aunque no por
desobedecer mis órdenes.
“Yo no soy ni bravo, ni valiente, ni nada por el estilo. Soy
un hombre común. Tengo miedo cuando cruzo la calle. Pero en Malvinas no pude
tener miedo. No pude tenerlo porque creo que Dios no me dejó tenerlo, y la
preocupación por mis hombres, su entrega, obviamente no me podían permitir el
privilegio de tener miedo.”
“Sí sentí amargura. Ha sido la más grande amargura de mi
vida, en dos momentos críticos: uno, cuando tuve que ordenar el inicio del
repliegue hacia Sapper Hill; y el segundo, terrible, cuando entró mi batallón,
desfilando, armas al hombro, entero, a Puerto Argentino. Eso significaba la
rendición. Ahí aflojé. Más de uno me habrá visto llorar”.
A las 3 de la madrugada del 14 de junio hicimos uno de los
contraataques más intensos contra el enemigo, en Tumbledown, junto con la
compañía de Ejército del mayor Jaimet. Ellos son los que chocan con los famosos
gurkhas.
Los nuestros eran más o menos 150 hombres. Ellos eran entre
800 y 1.000. allí concentré fuego de la artillería de Ejército (de los grupos
tres y cuatro, que me apoyaron indiscriminadamente, con el coronel Balza y el
coronel Quevedo). Según me contó luego el general inglés Wilson, de la Quinta
Brigada –con quien conversé cuando estuve prisionero- allí sólo quedó un tercio
en pié. Los barrimos. Aunque ahora lo niegue, fue así.
Todo un regimiento de ellos chocaba contra 60 u 80 hombres
míos, y los bajamos sin asco, y los páramos. Una de las preguntas que me
hicieron fue porque no había contraatacado, si les habíamos quebrado el ataque.
Yo tenía a la compañía Mar lista para el contraataque. Pero la realidad es que,
cuando podíamos hacerlo, ya no teníamos munición. Por otra parte, había llegado
la orden de repliegue. Sobre nuestras posiciones caían mil proyectiles de
obuses por hora, además del bombardeo naval, más los aviones y los
helicópteros. Era tremendo. Así y todo, podíamos haber contraatacado, de haber
tenido un poco de munición. Pero, no hubiera cambiado el curso de la batalla.
La suerte estaba echada. Claro: los ingleses no sabían mi situación real.
Esperaban el contraataque nuestro. Rezaban, me dijeron, para que no
contraatacáramos. Pero…¿Con que?...Cuando les conté que nosotros éramos un
batallón, no lo podían creer.
También recuerdo que, en el momento de decidir el contraataque, llamo a los oficiales de mi Estado Mayor y les cuento mi plan. Tomo la carta y hago un esbozo de las órdenes. Ellos se miran entre sí. No dicen nada. Cumplen. Pero después del 14 de junio, a mí me había quedado una duda: ¿por qué se miraron entre ellos? Un día se los pregunté. Me dijeron que pensaban que yo estaba loco. Entonces, una vez que pasaron las cosas y terminó, yo seguí preguntando: ¿Y ustedes que hubieran hecho, aun así? “Hubiéramos cumplido la orden. Punto”.”Eso era el BIM 5. Eso es lo que vale. La confianza. Pero quisiera destacar que en Malvinas cada uno luchó con lo que pudo, y con lo que tuvo. Por cada uno de nosotros caían seis o siete de ellos. Ahora ya saben que no les tenemos miedo, que no somos indios y que sus soldados no van a venir de pic-nic.”
También recuerdo que, en el momento de decidir el contraataque, llamo a los oficiales de mi Estado Mayor y les cuento mi plan. Tomo la carta y hago un esbozo de las órdenes. Ellos se miran entre sí. No dicen nada. Cumplen. Pero después del 14 de junio, a mí me había quedado una duda: ¿por qué se miraron entre ellos? Un día se los pregunté. Me dijeron que pensaban que yo estaba loco. Entonces, una vez que pasaron las cosas y terminó, yo seguí preguntando: ¿Y ustedes que hubieran hecho, aun así? “Hubiéramos cumplido la orden. Punto”.”Eso era el BIM 5. Eso es lo que vale. La confianza. Pero quisiera destacar que en Malvinas cada uno luchó con lo que pudo, y con lo que tuvo. Por cada uno de nosotros caían seis o siete de ellos. Ahora ya saben que no les tenemos miedo, que no somos indios y que sus soldados no van a venir de pic-nic.”
(*) El contraalmirante IM (VGM) RE Carlos Hugo Robacio
falleció en la ciudad de Bahía Blanca el 29 de mayo de 2011.
Que orgullo!!!, que manera de llorar mientras lo leía. Gloria y Honor a nuestros HÉROES DE MALVINAS
ResponderEliminarque grandiosos heroes tiene mi Patria , gracias heroes .
ResponderEliminarEl B.I.M. 5 de la Marina de Guerra Argentina merece más atención de la prensa y los historiadores.
ResponderEliminarAbrazo camadas, Subordinación y valor.
Hablar del señor Cap Fr Carlos ROBACIO en Malvinas, de su Batallon unico preparado realmente para esa guerra, unico que regreso con honores britanicos a Puerto Argentino DESFILANDO CON TODOS SU PERSONAL Y ARMAMENTO, es un hehco que merece el maximo de los reconocimientos de la Patria auno de sus mas preclaros ciudadanos. Pero la historia personal del señor ROBACIO en la Armada tiene puntos de infleccion unicos que vale recordar y que muy pocos conocen: la noche del 28 al 29 de marzo de 1962, el Ttede Corbeta Carlos Robacio era jefe del destacamento Guardia Presidiencial en la Quinta de Olivos perteneciente a la INfanteria de Marina que se turnaba con el Regimiento de Granaderos en la custodia Presidencial; era Presidente el Dr Arturo Frondizi que estaba siendo ocasado para las fuerzas armadas golpistas en cabezadas por el Grl Poggi y el Alte Clement para que renunciara a lo cual Frondizi habia contestado con su famosa frase: "no renunciare, no me suicidare, ni me ire del pais..." a las 4.20 de la madrugada del 29 de marzo, el Tte Cbta Carlos Robacio recibe la oden de detener al Presdiente a lo que ROBACIO responde:"mientras yo se el jefe del destacamento custodia del Presidente nadie tocara su persona y lo defendere hasta perder la vida tal como he jurado mi cargo". De tal modo los revolucionarios debieron esperar hasta las 6 de la mañana, momento en el cual terminaba el turno del Tte ROBACIO, que fue reemplazado por el capitán de navío Eduardo Lockhart, Jefe de la Casa Militar, (casi un Almirante) que lo detuvo y traslado a la Isla Martin Garcia en un avion de la Marina de Guerra que despego desde Aeroparque. Este heroe de Malvinas ya habia sido, en otro contexto, un heroe de la Patria, asi considerado por sus propios superiores que nunca tomaron represalia alguna por su conducta aquella noche en Olivos. Un ejemplo mas, del ser Infante de Marina.
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