El mayor Aldo Rico de la Co Com 602 veía que el incontenible
avance británico no dejaba dudas sobre el resultado del conflicto. A diferencia
de los ingleses, conducidos por helicópteros y relevados por elementos frescos,
el descanso de los comandos era breve. Este sacrificio se reiteraba pese al
desgaste de los hombres. Sostenidos por su fuerte espíritu, alentados por su fe
religiosa y estimulado por el ejemplo personal dado por sus jefes, estos
comandos salían no obstantes a llenar el deber que el honor militar les
dedicaba.
Se alisto toda la compañía de comandos 602, contando con 30
hombres aptos, para recoger información. En dos Land Rover fueron conducidos de
día, pero en medio de una niebla espantosa, hasta las alturas del teniente
coronel Soria, jefe del RI4. a partir del cual tampoco se veía, que uno de los
dos escalones en que estaba dividida - el conducido por el capitán Eduardo
Villarruel - se separó del mayor Rico y no pudo ser vuelto a encontrar. Este
último prosiguió con solo la mitad de sus efectivos.
Llegaron hasta las estribaciones del serró Dos Hermanas (
Two Sisters), donde se hallaba el subteniente Marcelo Alberto Llambias
-"un chiquito barbudo y sucio" lo recuerda Rico - este había sido
graduado prematuramente del Colegio Militar de la Nación, para marchar a
Malvinas, tras cuya campaña recibiría la medalla de la Nación AL VALOR EN
COMBATE .Llambias era la punta adelantada de su unidad, y estaba sobre una
elevación rocosa con veinte soldados y media docena de cabos en comisión: no
obstante lo bisoño de todos estos efectivos, peleaban constantemente contra
ingleses que trataban de infiltrarse para conocer el dispositivo propio. Dos
días antes había combatido encima de su posición, con una patrulla enemiga que
mató a dos de sus soldados.
Delante de esas posiciones del RI4 se eligió un lugar
apropiado para montar una emboscada, ante los datos otorgados por el
subteniente Llambias acerca de la frecuencia de los desplazamientos británicos:
una "proa" de la elevación, alargada sobre la llanura "como cola
de dinosaurio ". Más atrás, el Monte Harriert. los ingleses procuraron
infiltrarse también esa noche y escuchaban ruidos de combate proveniente de la
zona. Rechazados retornaron, por donde estaban los comandos ubicados.
Sargento Mario ¨Perro¨ Cisnero muerto en combate el 9 de junio de 1982 |
- ¿ Les abro fuego?
- No, no abra fuego.
El capitán pensó que a esa distancia - setecientos u
ochocientos metros- no era rentable si no cabida la posibilidad de ponerlos
fuera de acción, delatando su presencia. Poco después el mayor Rico ordenó el
repliegue, para entrar en las líneas propias con las primeras luces y no ser
ubicados por los ingleses, porque había resuelto volver al día siguiente: ya
conocía el terreno y no había sido sentido.
A fin de lograr mayor efecto en su ataque, el jefe de la
compañía de comandos 602 planeo repetir la modalidad inédita en operaciones de
comandos cual era procurarse el apoyo de artillería que tan buenos resultados
les diera en al posesionarse de Monte Wall. Para eso coordino con el teniente
coronel Martín Balsa una serie de círculos numerados en las cartas geográficas
que tenían ambos, indicando lugares para ser batidos "a pedido" El
teniente primero Enrique Stel cumpliría su habitual cometido de servir de
enlace entre los Comandos y el Grupo 3, para lo cual fue conducido hasta Monte
Harriet junto con el cabo Luis Tossi, quien no era Comando, estaba destinado
como furrier de la Compañía.
Ante la seguridad d enfrentamiento, se reforzó a la
disminuida Compañía de Comandos con una sección de Gendarmería, de alrededor
una docena de hombres, mandada por el comandante Miguel Santo.
Por la tarde del miércoles 9 de junio aproximadamente a las
16 Hs. el capitán de la Serna, oficial de Logística de la Ca 602, condujo el
Jeep al equipo de comunicaciones, Stel y Tossi, para dejarlos en cercanía del
Monte Harriet en cuya cumbre debían instalarse. "Fue un día de cielo
despejado" recuerda Stel "pero el Monte Harriet no se veía por el
intenso fuego de Artillería inglesa, naval y de campaña que recibía: era una
gran nube de polvo que rodeaba el cerro. De la Serna nos dejó a la altura del
Batallón de Infantería de Marina 5 para no poner en peligro el vehículo, uno de
los pocos que teníamos". y a saltos, tomamos cubierta aprovechando la
pausa de fuego, comenzaron a subir el Harriet por su parte posterior.
Llegado por su parte los Comandos y los Gendarmes a
inmediaciones del Dos Hermanas, el mayor Rico mandó durante el crepúsculo una
exploración a cargo del capitán Andrés Ferrero con su sección, a la cual se
incorporó el teniente primero Daniel Oneto, sin que se produciría novedad
alguna. Ya oscuro llegó el grueso de los comandos, y a eso de las nueve de la
noche se montó la emboscada.
El dispositivo de ataque fue el siguiente:
-Abajo del Monte en la punta de la saliente rocosa, un
escalón de apoyo con una ametralladora, compuesta por el sargento Cisnero como
apuntador el teniente primero Vizcoso como auxiliar.
-Más arriba. El mayor Rico acompañado por el capitán
Ferrero.
-Cerca de ellos, más abajo a la derecha. Otra ametralladora
manejada por el teniente primero Enrique Rivas y como auxiliar el sargento
primero Miguel Franco.
El escalón asalto propiamente dicho estaba dividido en dos
fracciones. Situadas en el bajo a ambos costados:
-El capitán Tomas Fernández con su sección a la derecha
-El segundo comandante Santo con los Gendarmes y otra
ametralladora a la izquierda. Provistos varios hombres a cada lado con granadas
de fusil.
-El capitán medico Ranieri, situado detrás de Rico, por
cierto armado con un fusil para caza mayor.
-Finalmente, a ciento cincuenta metros más elevados se
hallaba el escalón protección y recibimiento a órdenes del capitán Villarruel.
-Sobre el tropa del RI4 mandada por el subteniente Llambias
con ametralladora.
Y comenzó la espera. El intenso frío se acentuaba por la
inmovilidad forzada y el silencio completo; espalda contra espaldas las parejas
observaban sus sectores con los visores nocturnos de doscientos metros de
alcance.
No había intranquilidad en la posición Argentina dado que
todos ya habían pasado por el bautismo de fuego. En la punta avanzada el
teniente primero Vizoso y el sargento Chismeros, mojados por el clima húmedo,
compartían un caramelo y un pedazo de chocolate mientras trataban de horadar la
oscuridad. Eran las dos de la mañana cuando el teniente primero Rivas diviso
una columna de ingleses que provenían de la derecha y paso delante suyo. Se
corrió hasta arriba y advirtió al Mayor Rico.
- ¿ Y por qué no les disparaste?
- Pense que no debía hasta que viniera más gente.
Rico lo mando de nuevo a atender a su ametralladora y llamo
al capitán Ferrero para que alertara a los dos elementos adelantados. El propio
Ferraro había alcanzado a distinguir a un soldado enemigo cuando se perdió en
la pared rocosa de enfrente.
Antes que llegasen a abajo una explosión quebró el silencio.
Los británicos habían tomado la ofensiva y atacaron a quienes esperaban
sorprenderlos.
Aunque los cálculos varían, puede estimarse el número de
aquellos entre dieciocho y treinta hombres, superior a las fuerzas Argentinas.
Como luego pudo saberse, eran miembros del Special Air Service ( SAS ). Sin
dudas, habían notado los desplazamientos en torno al puesto de mando, dado a sus
más potentes anteojos nocturnos.
Cuando los soldados ingleses avanzaron rápidamente hacia la
punta baja ocupada por los argentinos, y rompieron fuego con un lanzacohetes.
La granada reventó contra el cuerpo del Perro Cisnero, matándolo en el acto y
destrozando su ametralladora, que disparo por el impacto algunos tiros. El
teniente primero Vizoso fue arrojado hacia adelante, por la explosión, con
cinco heridas en la cabeza producidas por las esquirlas, perdiendo mucha sangre
y arrojando su fusil.
Reaccionando de la sorpresa paralizante, el oficial en forma
instintiva busco la MAG, el arma más importante, pero comprobó que estaba
inutilizada. Oyo en ese momento un cuchicheo en inglés y pensó" Estoy
perdido "como se había planteado una situación similar se hizo el muerto.
Pero los británicos viendo sus movimientos avanzaron para rematar a los dos
comandos: encima de ellos soltaron sendas ráfagas contra ambos cuerpos caídos.
Más arriba, desesperado e ignorando lo ocurrido, el mayor
Rico llamaba a voces al Perro, y un inglés lo remedaba brumosamente:
-¡Cisnerou, Cisnerou!
Vizoso no estaba muerto: el soldado enemigo que había
intentado rematarlo le disparo con el fusil en automático, a muy corta
distancia y el retroceso del arma torno impreciso los disparos. Solo la primera
bala alcanzó al militar argentino: recibiendo una bala trazadora que en vez de
hacer una hemorragia la inhibió y cauterizo la herida, teniendo la suerte además
de no haber tocado partes vitales . Le entró por el hombro derecho y le
recorrió toda la espalda desgarrando la carne, a nivel de los músculos, en el
oblicuo ascendente hasta el cuello y quedando el proyectil fundido con una de
las cuentas del Rosario en su cuello. Lo que impidió tocar la columna vertebral,
la arteria cava y la carótida. El oficial de Comandos no había perdido tampoco
el conocimiento, y sentía como las balas levantaban piedras que rebotaban en su
cara, mientas él se mantenía quieto. Cuando quienes le disparaba, tan cerca que
sus zapatos le tocaban, le dió una gran patada para ponerlo boca arriba. Vizoso
quedó con los ojos abiertos, como había visto que estaba Cisnero muerto,
"con mucha rabia" por el golpe recibido.
Los ingleses cambiaron impresiones entre ellos; se oía a
Rico gritar el nombre del suboficial. Vizoso "ni respiraba". Al
comenzar a responder el fuego los Comandos Argentinos, los atacantes dieron la
vuelta y comenzaron a retirarse hacia sus posiciones, no pudiendo disparar
desde ese tramo inferior de la pendiente.
El teniente primero Vizoso había distinguido donde estaba su
Fal. Cuando los enemigos comenzaron a bajar, lo tomo, se paró, y desde la
cadera les tiro un cargador completo en automático. La fila de los ingleses se
desplomo, alcanzados y atravesados por las balas: Vizoso creyó que se habían
tirado cuerpo a tierra, por lo cual cambio de cargador y les tiro otro, esta
vez en repetición. Posiblemente los cuatro hayan sido muertos. Al concluir el
cargador, el oficial sintió recién la quemadura "espantosa" que lo
conmovió: se tocó la cabeza y sintió la sangre caliente que corría por la
espalda y el pecho "Estoy hecho un colador" pensó, sin explicarse
como seguía parado. En realidad solo fue un disparo, que al ser trazante, el
fósforo quemo la carne y la cauterizo, impidiendo así la hemorragia.
Todo lo relatado fue en corto tiempo: El oficial herido
informo a Rico de lo ocurrido, mientras el fuego se desataba por ambos lados, y
el anuncio:
-Mi Mayor, voy a hacer un cambio de posición en su
dirección. Puedo replegarme solo respondió .-ante la pregunta de su jefe.
Llegado al centro de la posición fue enviado a donde estaba el médico, para que
lo revisara.
El fuego británico era tremendo, muy denso, con
ametralladoras, granadas y fusiles. En la oscuridad solo se veían las bocas de
fuego "Parece que tira toda Inglaterra" pensó el capitán medico
Raineri. El capitán Fernández noto desde la izquierda como un soldado enemigo
se adelantó con un fumígeno para cubrir de humo las posiciones británicas y
poder esconderse.
Los Comandos Argentinos, pese a encontrarse ante una
impresionante concentración de fuego, respondieron también con gran violencia,
apuntando contra la bocas de fuego enemigas y descargando sus armas.
Fue un encuentro sumamente duro, producto de una
circunstancia sin igual, que es un choque entre patrullas de Comandos.
Normalmente estas operan contra unidades convencionales,
dentro del dispositivo enemigo, pero no entre sí, como ocurrió en esta ocasión;
y fue tan duro el enfrentamiento, que ambas partes creyeron vérselas contra efectivos
superiores a los que realmente eran. Posiblemente los británicos habría pensado
que se enfrentaron contra todo el RI4; y también los Comandos imaginaron
combatir con la avanzada de alguna unidad o de esta en pleno "porque no
sabíamos cuando iba a ser el día D", como lo explica el capitán Ferrero.
Todos los escalones argentinos peleaban, y el ejemplo de
valor y serenidad ofrecido por sus jefes en medio del volumen de fuego inglés
influía seguridad a sus hombres. "El mayor nos daba mucho ánimo"
relataba el sargento primero Orlando Aguirre; y redondea el capitán Villarruel:
"En la emergencia se complica todo y el golpe de fuego inicial lo tuvieron
los ingleses, pero uno de los principales méritos de Rico en este combate es
haber impulsado a la gente, haberla sacado de la sorpresa.
Subten. Llambías-Pravaz en Mte Dos Hnas. |
-Mi mayor, se va a quedar sin munición.
Ambos gritaban arrodillados contra una piedra grande. Lauria
había quedado con un trauma desde el anterior combate en Monte Kent: no haber
podido entender las ordenes inglesas y se dispuso a perturbarlos a su vez,
diciéndoles cualquier cosa, desde invitar a los ingleses para
"reventarlos" hasta referirse muy al Primera Ministro Margaret
Thatcher. Rico se expresaba en inglés:
-Son of a bitch! ( aludiendo sobre la madre de los ingleses
)
Los dos en un momento se quedaron mirándose cara a cara: un
cohete había pasado entre ellos, quienes automáticamente ambos giraron la cara
al sentirlo pasar. "Nos echamos a reír - relataba _Rico - no se piensa en
el riesgo". También el frío se olvida.
Arriba de ellos cayó una concentración de morteros
británicos, que desde unos quinientos metros a la derecha se fue corriendo
hasta dar prácticamente encima del escalón protección al mando del capitán
Villarruel. En un radio de diez metros, que rayando entre lo milagroso no
produjo bajas, aunque los tapo de tierra. Las dos ametralladoras inglesas
hacían fuego cruzado desde la izquierda y derecha, para mantener en sus
posiciones a los argentinos, no obstante el tiroteo seguía : era ver quien
cedía primero.
Lauria tiraba granadas de fusil PDF, lo mismo hacia el
sargento primero Oviedo "a punto" -directamente hacia el enemigo. y
veía caer sus proyectiles donde estaba este guarnecido.
Detrás y encima el doctor Ranieri empleaba su Weatherby 300
Magnum, con intensa dedicación, hasta que llego arrastrándose Vizoso.
- ¿Cómo estoy, "tordo", cómo esta esto?
El medico reviso rápidamente la herida, palpándola con la
mano en la espalda y el cuello, la confunde con una esquirla y le dijo lo que
posiblemente aquel deseaba escuchar:
-Macho tenés un agujero grande, pero agarra el fusil y seguí
dando porque acá hay que tirar. "Vi un tipo que estaba como a 40 o 50
metros de mi posición", me refería Vizoso "que disparaba contra la
sombra de la roca donde yo estaba con trazantes; bien instruido y bien
entrenado. Yo me asomé por sobre la roca y tire a la dirección de sus disparos
y fue silenciado".
No cesaban tampoco los Comandos británicos. Me expresaba el
capitán Villarruel: "Note la superioridad del intenso fuego inglés: las
balas no me dejaban mover, por un momento pensé que seriamos
sobrepasados". Por su parte el capitán Ferrero relato: "Me acuerdo
que ordené a Lauria y Aguirre que tiraran sobre una ametralladora que nos
disparaba y vimos como explotaba y notamos como nuestro fuego daba resultado,
dado que el enemigo comenzaba a disminuir el suyo". El feroz choque
proseguía: " Veíamos nuestros fogonazos donde estaban las ametralladoras
de los ingleses" rememoraba el sargento primero Aguirre; "parecía que
iba a borrar el cerro por las fuertes explosiones".
El mayor Rico se critica a sí mismo: "Realmente, el que
conduce un elemento tendría que ir desarmado, porque automáticamente a uno le
atrae el combate y deja de conducir, hasta que se sitúa bien y reacciona y se
da cuenta de lo que tiene que hacer". Desde luego, combatió también con el
mando: sus intrusiones a los capitanes Ferrero y Fernández para maniobrar y a
los apuntadores de ametralladoras y lanzagranadas, eran constantes. Rico ordenó
al teniente primero Rivas que se replegaran a la par del, porque temía que
fueran envueltos sin la protección adelantada que hubiera brindado Vizoso y
Cisnero; y éste retrocedió con el sargento Franco y la MAG que manejaban.
Por mala interpretación de esta orden, la sección de
Gendarmería se retiró prematuramente muy hacia atrás; y durante su movimiento
recibió fuego directo de un bazooka descartable británico, muriendo el bravo
sargento Ramón Acosta y resultando herido otro suboficial de Gendarmería.
El flanco derecho quedaba descubierto. Rivas tiró con su
ametralladora en su nuevo emplazamiento hasta que se quedó sin munición, para
cerrarlo; y al querer colocar una nueva cinta, se enteró que su abastecedor
había dejado las bandas de repuesto abandonadas, aturdido bajo los efectos del
shock de combate...Con el sargento primero Oviedo quedaron ambos protegidos en
ese costado, hasta que aquel reaccionó y se sumó al esfuerzo.
Desde el Monte Kent comenzó a tirar la artillería británica
de campaña y frente a las posiciones argentinas comenzaron a oírse voces de
mando en inglés: - Come here" Come here" ( ¡vengan acá!)
El jefe del SAS llamaba a sus hombres y el fuego enemigo
comenzaba a disminuir, señal de que empezaban a retirarse, bajo la protección
del su artillería.
El mayor Rico temió que su Compañía fuera blanco de las
descargas y dispuso a su vez el repliegue de la secciones de Fernández y
Ferrero; pero no para abandonar el terreno o para dejar escapar al enemigo: era
la coacción de que entrara en apoyó la propia artillería, conforme a lo
planeado el día anterior "Antes de abandonar la posición" me expresó
el capitán Ferrero, "el mayor Rico ordenó que me acercara donde estaba
Acosta para ver si lo podía traer; era un hombre excelente, Había sido
instructor mío y tenía una formación profesional muy buena. Había quedado
incrustado en una roca. Me fui arrastrando y le toqué la cabeza: estaba helado.
Lo zamarree y no sentía nada. Me volví e informe".
Algunos hombres quisieron rescatar a Cisnero para llevarlo:
-No , no vale la pena- respondió Rico pese al cariño que le
tenía. Prefirió sacar a su gente sin que corriera peligro. Pero quien se mostró
dispuesto a abandonar el campo tan duramente mantenido: el teniente primero
Lauria:
-¡Mi mayor, como nos vamos a replegar!- le dijo excitado-
¡Los hemos molido a patadas a los ingleses! ¡Hay que hacer una persecución y
aniquilarlos!. Rico lo puso en su lugar a grito "Casi me pega una
trompada" recuerda Lauria; y no solo frenó a su impetuoso oficial, sino
que además lo puso a cargo de la retirada en ese sector. Quedaron cubriendo el
retroceso el propio Rico y los capitanes Ferrero y Fernández Funes y Ranieri,
el último de los cuales lanzó el desafiante lema:
-¡Dios y Patria o Muerte!
Mientras el jefe de la 602 comenzaba a guiar el fuego de la
artillería de campaña por radio, el teniente primero Lauria, nada convencido de
la oportunidad del repliegue, estaba dispuesto a desobedecer las órdenes de sus
superior y perseguir a los británicos en su retirada, al tiempo que recogería
el cuerpo del Perro Cisnero para que no quedara tirado. Comunico su propuesta a
los ocho hombres que tenía a su cargo:
-Señores: mi intención es contraatacar y vamos a hacerlo.
Antes que eso, un recuento de municiones.
Rivas, Maqueda y los suboficiales no contestaron nada. Pero
la cuenta de proyectiles dió un resultado de cinco o seis tiros por hombre: como
es propio de una acción nocturna, esa fracción había consumido los cargadores
en ese encuentro a corta distancia, frente a un enemigo que usó una gran
cadencia de fuego. En cuanto a Lauria, había tirado mucho con lanzagranadas PDF
y en sus cinco cargadores le quedaban setenta u ochenta tiros. Más la
persecución era imposible, Rico tenía razón reconoció.
Teniente primero Stel |
- Dice que porque es usted lo va a mandar.
Las explosiones comenzaron a caer y Rico principio a reglar
las concentraciones, trayéndola cerca de donde ellos permanecían y luego
alargándolas conforme al rumbo del repliegue del SAS . Fue un manejo muy
preciso y una innovación en la táctica de los Comandos, además de riesgosa;
pero en esta ocasión el resultado fue efectivo. Naturalmente se utilizaban
palabras claves, conforme con un código propio para evitar identificaciones del
enemigo.
En un momento el jefe del Grupo de Artillería 3 comprobó
sobre los datos de tiro que se solicitaba el fuego casi sobre los propios
Comandos argentinos, y con nerviosismo interrogó al Ñato:
-¿Querés merca en testa? (¿Lo quieren sobre Ustedes?)
-¡Si flaco, y rapidito! Tengo una suprema para Usted.
Al rato prosiguieron las ordenes:
-Más merca. ¡Más merca! Así hasta la indicación final de
cesar al fuego:
-¿Corten?
De este modo con precisión matemática, la fuerza británica
fue perseguida por la artillería argentina hasta los cuatrocientos metros,
cuando ya no se oía más de ella. Se hizo de nuevo un silencio total y Rico se
replegó con su pequeño grupo hacia la estación recibimiento donde lo esperaba
el capitán Villarruel. Relata éste "Yo había observado este combate con
mucho detalle porque me encontraba- por decirlo así- en la platea, cincuenta o
cien metro atrás, en la parte más elevada, y lo había presenciado con mucho
detalle, inclusive viendo como reaccionaba nuestra gente y como atacaba el
enemigo. Yo creo que el mérito más importante de este combate "concluye
Villarruel, "es haber tenido un jefe de las agallas de Rico, porque ahí se
vió lo que tantas veces de dice: el ejemplo personal, el arrojo, y la precisión
como supo guiar el fuego de artillería".
Silencio, mezcla con euforia por la sensación de haberse impuesto
un adversario tan fuerte, y el tremendo cansancio que se sentía después de cada
combate, pues el relajarse después de tanta tensión acumulada tenía un efecto
agotador, sobre los hombres, que quedaban exhaustos.
Empezaba a caer la bruma y con ello los comandos iniciaron
su repliegue a pie, pues de noche los helicópteros argentinos no operaban por
falta de instrumental. "La vuelta fue silenciosa- relataba Fernández - por
los muertos queridos que empezaban a actuar, los primeros conocidos, porque de
los anteriores no teníamos certeza". Compensaba esa perdida la
satisfacción por el propio desempeño de la Compañía, no obstante que sus
integrantes no tuvieron prácticamente un buen descanso previo, lo que
constataba con las tropas británicas a quienes pelearon, fresca. excelentemente
armados y con con eficáz apoyo técnico: por radiolocalización, por ejemplo, los
buques de la Royal Navy inmediatamente interferían las comunicaciones
argentinas y ubicaban su posición, mediante sistemas muy sofisticados y
precisos.
¿Cuantas bajas sufrieron las secciones del SAS a manos de la
Compañía de Comandos 602? Hasta que no se posean datos fehacientes será difícil
determinarlo con precisión, pero sin duda su número debió ser elevado, por
fuerza, dada la violencia del enfrentamiento entre Comandos, y el fuego de artillería
argentina. El teniente primero Lauria refirió haber visto una película de la
BBC compaginada inmediatamente después de concluído el conflicto, sin retacear
informe, y que en la misma hacía alusión al combate diciendo que las bajas
inglesas sumaban treinta y tres, cifra que comprende muertos y heridos.
Excelente relato de un hecho de armas que es orgullo de nuestra Nación. Se plantaron e hicieron retroceder a una de las unidades de comandos más famosas del mundo, una fama hecha a base de una historia operacional impresionante.
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