El 2 de mayo de 1982 se hundía el crucero argentino ARA General Belgrano tras
el ataque de un submarino inglés durante la Guerra de Malvinas
"El crucero General Belgrano hizo honor a su lema: irse
a pique antes de arriar el pabellón nacional. La bandera fue lo último que se
vio. Luego en la balsa en la que me encontraba, mis conscriptos entonaron el
himno nacional, con ellos pasé 36 horas de supervivencia", relató el
comandante de la nave, capitán de navío Héctor Bonzo, a los pocos días del
rescate.
El hundimiento del crucero General Belgrano, en el marco del
conflicto de Malvinas, es considerado por muchos como un crimen de guerra
porque la nave fue atacada cuando se encontraba fuera del área de exclusión de
150 millas alrededor de las islas, que había sido impuesta unilateralmente por
los ingleses.
De los 1.093 tripulantes del buque, sólo 740 fueron
rescatados con vida luego de permanecer casi tres días en sus balsas, a la
deriva, en las heladas aguas del Atlántico sur.
"El viento era helado y las olas gigantes. En la balsa
nos apretujábamos unos contra otros para darnos calor. Eramos quince en un bote
naranja cerrado, con algunos chocolates y mantas para cubrirnos cuando la
sensación térmica era de por lo menos 20 grados bajo cero", contó el
teniente de corberta Carlos Bartolomé Castro Madero, a días de ser recatado.
Aquel 2 de mayo, Margaret Thatcher ordenó al ministro de
Defensa inglés, John Nott, que transmitiera al Almirantazgo inglés la directiva
dirigida al comandante del submarino nuclear británico `Conqueror`, capitán de
fragata Christhopher Wreford-Brown, de torpedear y hundir al Crucero General
Belgrano.
En cumplimiento de esa orden, a las 15.57 de ese 2 de mayo,
Wreford-Brown, a una distancia de aproximadamente 1.400 yardas, hizo disparar
dos torpedos MK-8, con una carga explosiva de 365 Kg-Tórpex cada uno de ellos,
contra el crucero.
Diez minutos más tarde, el comandante del Crucero decidió
que no se podía hacer otra cosa que dar la orden de abandonar el barco.
Entonces se lanzaron 70 balsas autoinflables, que podían contener veinte
hombres cada una. Los techos anaranjados de las balsas parecían un collar
rodeando al buque para protejerlo.
"El Belgrano se hundió en cuarenta minutos. Fue
increíble, impresionante que semejante mole fuera absorbida por el agua en tan
poco tiempo", relató el suboficial primero enfermero Silverio Muscardin.
Como consecuencia del ataque y posterior hundimiento
murieron 323 tripulantes, unos a causa de las explosiones producidas por los
torpedos que al introducirse en el casco chocaron con depósitos de explosivos,
otros por asfixia y otros al ahogarse en el hundimiento.
La criminalidad del hundimiento del Belgrano fue reconocida
hasta por los británicos, que aceptan que la decisión de torpedearlo estuvo más
ligada a una cuestión política que a una necesidad militar, por cuanto el
crucero no representaba ningún tipo de peligro.
La ex primera ministra británica habría ordenado el
hundimiento para obstaculizar las negociaciones de paz, ya que la Junta Militar
argentina analizaba seriamente la aceptación de la propuesta del entonces
presidente peruano Fernando Belaunde Terry.
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