La usurpación británica de las Islas
Malvinas
La usurpación de las Islas Malvinas fue una sucesión de acontecimientos y atropellos coloniales que hoy sigue impune. En pleno siglo XXI aún sigue este enclave colonial en territorio argentino. Ningún argentino puede dejar de saber que el gobierno británico hoy intenta ocultar su atropello a la soberanía argentina ocultando los hechos históricos con mentiras y una falsa causa de autodeterminación kelper para no mencionar su vil accionar injustificable que los lleva a usurpar las Islas Malvinas a la República Argentina.
Reseña histórica
Cnel. David Jewett |
Jewett hizo izar por primera vez la bandera de Argentina en
el territorio malvinense y emitió comunicaciones al respecto dirigidas a los
cazadores de lobos marinos y de ballenas, que de varias nacionalidades estaban
allí presentes. El explorador británico James Weddell fue testigo del hecho.
La noticia tuvo difusión en la prensa de Europa. Las islas
quedaron bajo pacífica posesión de las Provincias Unidas.
El 2 de febrero de 1825 Gran Bretaña reconoce la
independencia argentina mediante la firma de un tratado de amistad, comercio y
navegación. En aquella oportunidad el gob. británica jamás objetó ni siquiera
hizo mención alguna sobre las Islas Malvinas, que ya estaban bajo soberanía
argentina desde la toma de posesión de 1820. Este hecho no es menor porque
reconocieron tácitamente que las Islas Malvinas son argentinas.
Gdor. de Islas Malvinas Luis Vernet |
El Archipiélago había sido ocupado por el gobierno de Bs. As. En 1820 en virtud de considerarse heredero de las posesiones españolas del antiguo Virreinato del Río de la Plata.
“El gobierno británico se da cuenta de la importancia
creciente de estas islas” dicen las instrucciones del gabinete británico a Sir
Woodbine Parish, cónsul británico en Buenos Aires, el 8 de agosto de 1829. “Los
cambios políticos y la naturaleza de nuestras relaciones con los diversos
estados de que se compone unido a nuestra extenso comercio en el Pacífico hacen
altamente deseable la posesión de algún punto seguro donde los buques puedan
abastecerse y, si es necesario, ser carenados. Frente a la posibilidad de estar
empeñados en guerra en el Hemisferio Occidental, tal estación sería casi
indispensable, si es que quisiéramos proseguir esa lucha con probabilidades de
éxito.”
Documento donde el cap. británico Enrique Libanus Jones solicita permiso a Buenos Aires para cazar lobos marinos en 1813 |
Fue durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas. Por orden
del Restaurador, el 10 de septiembre de 1832 el Ministerio de Guerra y Marina
designa provisoriamente como comandante civil y militar de las Malvinas al
mayor de artillería Juan Esteban Mestivier. El oficial tiene dos años de casado
con Gertrudis Sánchez, una porteña de 22 años, que está embarazada.
Quince días después, la goleta de guerra Sarandí, a las
órdenes del teniente coronel de marina José María Pinedo, de 38 años, parte
hacia las islas con Mestivier, su joven esposa y 25 soldados del Regimiento
Patricios al mando del teniente primero José Gomila.
Pinedo, hijo y hermano de militares, ha ingresado a la
marina en marzo de 1816, a la edad de 20 años, mientras el país luchaba por su
independencia. Durante la guerra con Brasil, la goleta Sarandí ha sido una de
las naves más heroicas bajo el mando del almirante Guillermo Brown.
Las instrucciones que lleva Pinedo, firmadas por el ministro
de Guerra y Marina, Juan Ramón Balcarce, son claras: “El comandante de la
goleta Sarandí guardará la mayor circunspección con los buques de guerra
extranjeros, no los insultará jamás; más en el caso de ser atropellado
violentamente [...] deberá defenderse de cualquier superioridad de que fuere
atacado con el mayor valor, nunca se rendirá a fuerzas superiores sin cubrirse
de gloria en su gallarda resistencia […y] no podrá retirarse de las islas Malvinas
mientras no le fuera orden competente para efectuarlo”.
Dos meses más tarde, los acontecimientos demostrarán que
Pinedo no estaba a la altura de las instrucciones recibidas.
La usurpación británica de Malvinas
La expedición arriba a Puerto Soledad el 7 de octubre.
Pinedo sale a recorrer en su goleta las costas de las islas y regresa el 30 de
diciembre, con la idea de festejar el nuevo año en tierra. El oficial se
encuentra con un desastre: un ex esclavo negro que revistaba en el Regimiento
Patricios, Manuel Sáenz Valiente, y seis soldados se han amotinado y asesinado
al mayor Mestivier, mientras Gertrudis Sánchez daba a luz. Los insubordinados
también mataron a un comerciante y a su mujer, robaron caballos y huyeron al
campo. El teniente primero Gomila no sólo no intervino sino que obligó a la
viuda de Mestivier a convivir con él. Con ayuda de los peones malvineros y la
tripulación de un barco francés, Pinedo encarcela a los insurrectos.
Pinedo se topa con la presencia de una fragata británica de
nombre Clío, que llegó a Puerto Egmont el 20 de diciembre de 1832. La Clío
contaba con 120 hombres y 18 cañones mientras que la goleta Sarandí tenía 56 hombres y
8 cañones.
Goleta Sarandí a cargo de José María Pinedo |
A las nueve de la mañana del 3 de enero de 1833, mientras el
decidido Onslow ordena izar la bandera británica en medio de redoble de
tambores, el prudente Pinedo observa la ceremonia desde la Sarandí. Antes de
mediodía, un oficial británico llega a la goleta con la enseña azul y blanca
doblada, y un mensaje que expresa que las fuerzas de ocupación habían
encontrado “esa bandera extranjera en territorio de Su Majestad”.
Pero Pinedo --contra sus instrucciones-- se negó a combatir,
se limitó a recibir la bandera argentina arriada por Onslow y el 3 de enero y a
las cuatro de la tarde, el teniente coronel de la marina de guerra argentina Pinedo
ordena levar anclas y poner rumbo a Buenos Aires a toda velocidad.
En Puerto Soledad quedan apenas 26 personas: 21 hombres,
tres mujeres y dos niños. A eso se reduce la población de lo que poco tiempo
antes era un laborioso establecimiento ganadero.
El capitán Onslow parte en la fragata Clio el 14 de enero,
luego de encomendar la custodia del pabellón británico a William Dickson, un
irlandés encargado del almacén de víveres del poblado. La misión de Dickson es
enarbolar la bandera los días domingo y cuando se presenten naves extranjeras,
incluídas las argentinas.
Corbeta británica Clío que usurpa las Islas Malvinas en 1833 |
Cuando Pinedo regresó fue separado de la marina. El
almirante Brown --el primer irlandés nacionalizado argentino, curiosamente-- se
ofreció para ir a combatir pero el gobierno porteño no realizó ninguna acción
por fuera de las protestas diplomáticas.
Indulgencia militar
Cnel. José María Pinedo |
El tribunal militar es mucho más benigno con el teniente
primero José Gomila, a quien le correspondía el mando de la tropa y tenía
atribuciones de vicegobernador de las Malvinas. Lo condena a dos años con media
paga en algún fortín de la provincia de Buenos Aires “a su elección”.
El teniente coronel José María Pinedo declara que sus
oficiales y toda la tripulación, “exceptuando uno, eran ingleses”, que sus
instrucciones “le prohibían hacer fuego a ningún buque de guerra extranjero” y
que él era quien “tenía que romper el fuego con una nación en paz y amistad con
la República Argentina”.
El tribunal que lo juzga es indulgente. Lo condena a una
suspensión de cuatro meses sin goce de sueldo, le prohíbe estar al mando de
buques y lo destina al Ejército de tierra. Pero en 1834, ante la falta de
oficiales, es reincorporado a la Marina y destinado a tareas de vigilancia en
el Río de la Plata. Y en la Armada termina su carrera tranquilamente a pesar de
sus reiteradas conductas poco honorables. Siempre logra “zafar” gracias al
prestigio de su valeroso hermano Agustín, quien en 1833 encabezó la llamada
Revolución de los Restauradores y en 1835 había sido designado ministro de
Guerra por Rosas.
Pinedo fallece tranquilamente en Buenos Aires en 1885, a los
90 años. A lo largo del tiempo, los cronistas oficiales irán arreglando de a
poco los detalles de su “gesta” y justificarán su cobarde inacción en las Islas
Malvinas. En 1890, la Marina de Guerra compra en los astilleros británicos de
Yarrow una torpedera de 39 metros de eslora y la bautiza con su nombre. Y en
1938 también rebautiza como Pinedo a un viejo barreminas adquirido en Alemania.
Su hermano Agustín no tiene tanta suerte. El 3 de febrero de
1852 muere de insolación durante la batalla de Caseros.
Reclamos de Argentina
A partir de ese momento, los reclamos diplomáticos
argentinos se sucedieron ante el gobierno británico y, en el siglo XX, ante las
Naciones Unidas y la Organización de los Estados Americanos. Argentina nunca
dejó prescribir sus derechos soberanos.
El invasor británico
Esta historia de atropellos no quedó limitada a lo ocurrido
en las Islas Malvinas. La voracidad imperialista también tenía como funestos antecedentes las Invasiones
Inglesas de 1806 y 1807. Luego de consumada la usurpación de las Islas Malvinas en 1833,
Gran Bretaña realizó un nuevo intento de avanzar contra la Argentina
continental, en 1845, en la recordada Vuelta de Obligado.
Reclamos ante las Naciones Unidas
Desde la usurpación de 1833, la Argentina ha reclamado
sostenidamente la restitución de lo propio, tanto a nivel bilateral, regional
como a nivel global. A mediados del Siglo XX, ya creadas las Naciones Unidas, la
lucha por alcanzar la independencia de los poderes imperiales dio impulso al
proceso de descolonización en el llamado tercer mundo.
En este contexto, en 1965 se produjo un hito importante
cuando la Asamblea General de la ONU adoptó la Resolución 2065, que reconoce la
existencia de una disputa de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del
Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes, a la que denominó
“Cuestión de las Islas Malvinas”.
A través de esta resolución, la Argentina y Gran Bretaña son
instadas a negociar una solución pacífica y definitiva. Esta Resolución
reconoce que se trata de un caso especial al cual no resulta aplicable el
principio de la libre determinación por cuanto, a diferencia de los casos
“clásicos” de colonialismo, en la Cuestión de las Islas Malvinas no existe
“pueblo” sojuzgado, sometido o explotado por una potencia colonial.
Lo que efectivamente existe es un territorio ocupado por una
potencia extranjera, en violación de la integridad territorial de un Estado.
El Comité Especial de Descolonización ha reiterado
anualmente hasta la actualidad el mismo llamamiento. Desde 1966, en cumplimiento
de este mandato de la comunidad internacional, se llevaron adelante
negociaciones bilaterales por más de diez años y hay que señalar que el Reino
Unido negoció sobre la cuestión de las Islas Malvinas durante esos años, a
pesar de que hoy pretenda escudarse para no hacerlo en la presunta voluntad de
la población –de ciudadanía británica— por ellos mismos trasplantada a las
Islas.
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