Sarmiento quiso entregar la Patagonia a Chile
Domingo Faustino Sarmiento fue uno de los personajes más
polémicos de la historia argentina. Algunos lo consideran "padre del
aula", otros lo proclaman autor de la Ley 1420 de educación obligatoria,
gratuita y laica (que en realidad fue promulgada por el presidente Julio A.
Roca), otros lo consideran un autor genial por el libro "Facundo"; y
otros lo llamaron, sencillamente, "el loco Sarmiento", por sus
opiniones tajantes y apasionadas, siempre políticamente incorrectas.
Una hija en Chile
Sarmiento se incorporó al ejército unitario del general Paz,
con el grado de teniente, para enfrentar a Facundo Quiroga. Derrotado en 1831,
decidió exiliarse en Chile. Se empleó como maestro en una escuela de la
localidad de Los Andes. Sus ideas innovadoras provocaron una reprimenda del
gobernador. Molesto, se mudó a Pocura y fundó su propia escuela. Allí se
enamoró de una alumna, con quien tuvo su primera hija, Ana Faustina.
En 1836, volvió a San Juan, fundando su primer periódico, El
Zonda. Pero el gobierno sanjuanino, tocado por las críticas de Sarmiento, lo
acosó, y el diario cerró en 1840. Volvió a Chile. Allí tuvo éxito como
periodista y consejero educativo de los sucesivos gobiernos.
En Chile, Sarmiento pudo iniciar una etapa más tranquila en
su vida. Fue allí donde se casó con Benita, viuda de Castro y Calvo, adoptó a
su hijo Dominguito y publicó su obra más importante: "Facundo,
Civilización y Barbarie". Fue un periodista de trinchera, empeñado en la
lucha contra Rosas. Fundó dos nuevos periódicos: La Tribuna y La Crónica, desde
los que atacó duramente a Don Juan Manuel de Rosas.
Los artículos en la prensa chilena
Durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, los argentinos
exiliados en Chile constituyeron una "Comisión Argentina", compuesta
por el general Juan Gregorio de Las Heras, Gregorio Gómez, D.F. Sarmiento,
Martín Zapata, Domingo de Oro, José Luis Calle y, como secretario, Joaquín
Godoy. Este organismo procuraba, por todos los medios, debilitar a Rosas. En el
fragor de la polémica, como veremos, se llegó a afirmar que toda la Patagonia
argentina pertenecía en realidad a Chile, y se sugirió la anexión de Mendoza y
San Juan al país trasandino.
Estrecho de Magallanes
Durante el diferendo por el Estrecho de Magallanes,
Sarmiento tomó partido por Chile. Dice su artículo de "La Crónica"
del 29 de abril de 1849: "En 1842, llevando adelante una idea que creíamos
fundada en bienes para Chile, insistimos en que colonizara aquel punto (el
Estrecho). Entonces y ahora tenemos la convicción de que aquel territorio era
útil a Chile e inútil a la República Argentina".
Sigue así: "Téngase presente que todas las cartas
geográficas de Europa ponen los límites a la república aquella (o sea:
Argentina) en el Río Negro al Sur, demarcando separadamente la Patagonia como
país distinto. Y aunque este hecho no establezca derechos a favor de nadie,
muestra ya la opinión de todos los pueblos con respecto a aquellos parajes, que
la colonización española no ha ocupado. Y no sabemos si le haríamos algún favor
a nadie, arrebatando ese terreno para poblarlo, a manos de un gobierno como el
argentino, que no es capaz de conservar poblado el suelo que le dejó España,
sometido y pacificado".
Patagonia
El mismo diario publicó, con fecha del 11 de marzo de 1849,
el famoso alegato de Sarmiento a favor de los derechos chilenos sobre la
Patagonia: "¿Cómo pueden fijarse los derechos de los gobiernos americanos
sobre tierras desocupadas, que antes de la independencia formaban en común los
dominios españoles? [...] La verdadera solución es la siguiente fórmula. Las
nuevas naciones no son una manada de lobos, prontos a despedazarse entre sí,
sino gobiernos hermanos. Por lo tanto, el principio de equidad indica que un
territorio limítrofe pertenecerá a aquel de los dos estados a quien aproveche
su ocupación, sin dañar ni menoscabar los intereses del otro. Este principio,
seguido en todos los tratados, tiene su completa aplicación en Magallanes. El
estrecho es una vía indispensable de comunicación, para Chile. Es su salida al
Atlántico. Necesita poblarlo y organizarlo, para consolidar su comercio. En
cambio, para Buenos Aires, el Estrecho es una posesión inútil. Buenos Aires
cuenta con los ríos Negro y Colorado, como barreras naturales para contener a
los indios bárbaros. Median las dilatadas regiones de la Patagonia, país ocupado
por indios salvajes. Ni la Corona de España ni Buenos Aires han intentado
ocuparlo, sino por el establecimiento siberiano que lleva aquel nombre, situado
a centenares de leguas del Estrecho". [Entendemos que se refiere a Carmen
de Patagones].
"Quedaría por determinarse si el título del Virreinato
de Buenos Aires expresa que las tierras al Sur de Mendoza, y poseídas aún por
ciudadanos chilenos, entraron en la demarcación del Virreinato. De no ser así,
Chile podría reclamar todo el territorio que hay entre Magallanes y las
provincias de Cuyo". O sea, la Patagonia entera.
"[
] A todo
esto, ¿qué haría el gobierno de Buenos Aires con el estrecho de Magallanes? Ese
gobierno, lejos de poblar sus inmensas extensiones, no ha podido evitar que los
salvajes lleguen hasta las fronteras de Córdoba, San Luis y los pueblos
fronterizos del Sur, interrumpiendo las comunicaciones con las provincias de
Cuyo, y arruinándolas hasta el punto de que ya no logran exportar sus frutos a
Buenos Aires. Dentro de diez años, se habrá borrado el camino de la Pampa y, de
seguir las cosas como están, dentro de veinte ignorarán que existieron tales
provincias[
]. Que Buenos Aires se dedique a
poblar, pues, el Chaco, el Sur hasta los ríos Colorado y Negro, que dé
seguridad a sus fronteras, que allane las dificultades del comercio interior,
que regularice las leyes de Aduana, y deje el Estrecho a quien lo posee con
provecho (Chile) y no podrá abandonarlo sin mengua[
]
De abandonarlo Chile, lo recuperarían los indios, sin que Buenos Aires tenga
interés en hacer los gastos que demandare la ocupación de aquel paraje remoto,
frígido e inhóspito".
La historia indica que Rosas (desde 1833) y Roca (hacia
1879) demostraron muy bien lo que podía hacer la Argentina con su Pampa y su
Patagonia. Ocuparlas, poblarlas, desarrollarlas, establecer el imperio de la
ley, someter a los araucanos chilenos invasores y ajustar paces con los indios
tehuelches, pampas, serranos, pehuenches y araucanos argentinos. Por las
buenas, o por las malas. Lo que no pudimos retener fue, precisamente, el
Estrecho de Magallanes, ocupado por Chile.
En su libro "La Unión Nacional", acota Ricardo
Font Ezcurra: "De ser cierto que Chile, en 1843, fue el primer ocupante de
Magallanes y su territorio, hecho que ocasionó su pérdida definitiva por
Argentina, también es cierto que ha adquirido este derecho gracias a la prédica
tenaz, a las incitaciones de toda índole y a las gestiones realizadas por
Domingo F. Sarmiento".
Sigue diciendo Font Ezcurra: "Alguien ha pretendido
explicar esta campaña por su aversión a Juan Manuel de Rosas, que gobernaba
Buenos Aires en aquel tiempo. Otros atribuyen esta conducta a las secuelas de
la fiebre tifoidea, que había contraído durante su juventud". En realidad,
Sarmiento no tenía nada de loco, sino que era un hombre genial. Pero también
discutible, claro. Como todos.
Sarmiento le mandó a José María Paz una copia del
"Facundo", con estas líneas: "Remito a S.E. un ejemplar del
libro que he escrito, con el objeto de favorecer la revolución y preparar los
espíritus. Obra improvisada, llena por necesidad de inexactitudes, a propósito
algunas, no tiene otra importancia que la de contribuir a la destrucción de un
gobierno absurdo, preparando el camino para otro nuevo". Atención: el
propio autor está hablando del "Facundo", obra cumbre de la
literatura argentina. ¿Sarmiento mentía allí "a propósito"? ¿Hay
inexactitudes "a designio", como escribía el gran sanjuanino?
Dice Font Ezcurra: "Sarmiento había nacido en Cuyo,
cerca de la sensibilidad chilena más que de Buenos Aires. En aquellos países
incipientes, las personas eran sudamericanas, sin patria definida. La
nacionalidad, en definitiva, quedaba librada a la opción de cada uno. Y
Sarmiento optó, con todo derecho, por la nacionalidad chilena".
Palabras de Sarmiento: "Chile puede ser, en adelante,
nuestra patria querida. Los que han consagrado su vida y sus vigilias al
triunfo de la libertad en América, hallarán en Chile un teatro digno de sus
esfuerzos, y el país lo agradecerá siempre que trabajen por la libertad, el
progreso y los intereses de Chile [
] Que no
suene más el nombre de los argentinos en la prensa chilena [
] Que aquellos que en nombre de aquella nacionalidad perdida,
ya habían levantado la voz, guarden un silencio respetuoso [
] Ahora no hay más patria que Chile". Y con estas
palabras concluye el artículo.
Puede aducirse que Sarmiento, llevado por su odio a Rosas,
cayó en cierta desilusión respecto de la Argentina, su patria, donde Rosas era
amado por el pueblo, aunque resistido por los unitarios y la clase ilustrada.
Entonces, una palabra provoca la otra, y terminan diciéndose cosas impensadas.
Está bien. Pero sucede que nuestro hombre ha sido, y es, un prócer argentino,
un presidente de nuestra Nación.
Sostiene también el escritor Font Ezcurra que, al ocupar el
sillón presidencial, Sarmiento negó a Piedrabuena los elementos necesarios para
impedir la penetración chilena en la Patagonia. El marino pedía y Sarmiento
respondía "que no teníamos marina, que costaba mucho mantener un buque de
guerra, que estábamos muy pobres, que ese territorio era un desierto, que
debíamos entendernos buenamente con los chilenos, ya que ellos necesitaban el
Estrecho por ser salida al océano, y que si Argentina instalaba una guardia
militar permanente, acabaríamos como perro y gato con los chilenos. Finalmente,
que no disponía de personal para ayudarme" (Armando Braun Menéndez,
"Pequeña Historia Patagónica"). Cuando Sarmiento decía estas cosas,
era Presidente de la República, y Rosas vivía, desde hacía años ya, en
Southampton. Es decir: no eran palabras pronunciadas en la ofuscación del
exilio, sino en la serenidad del poder.
En una carta dirigida a don Diego Portales (funcionario
chileno) desde Valparaíso, el argentino José Luis Calle, integrante de la
Comisión Argentina en el exilio chileno (la de Sarmiento) sugiere la anexión de
las provincias de Mendoza y San Juan, con estas palabras: "La agregación
de las provincias de Mendoza y San Juan no puede originar compromiso alguno de
guerra para Chile, porque el tema del desorden en todas ellas delata el
aislamiento en que se encuentran [
] Este es
el sistema aceptado en Buenos Aires, sistema que han sostenido a sangre y fuego
los caudillos, muy especialmente Rosas y Estanislao López [
] Allí nadie se ha movido por intereses nacionales ni nobles
ideas, sino en obediencia a los diferentes mandones del país [
]. Hace más de 25 años que el pueblo de Buenos Aires choca con
los del interior, y muy especialmente con los de Cuyo. Cien reclamaciones,
siempre burladas, y la ruina de estos pueblos [
].
Entre ellos reina la más pronunciada antipatía por Buenos Aires
Por otra parte, siempre se ha exagerado la importancia de la
barrera natural que limita el territorio de Chile: la cordillera de los Andes.
Aquellos que conocen las provincias de Cuyo y Córdoba saben que el desierto
casi absoluto de 307 leguas, que media entre Buenos Aires y Mendoza, es una
barrera más difícil de pasar, y cien veces más temible, que los Andes [
] Debo decir a Vd., finalmente, que si aquella provincia puede
valer mucho, considerada como una fracción del territorio chileno, su población
es mínima (45.000 habitantes) y por lo tanto su agregación absorbería cualquier
inquietud doméstica
La población de aquella
provincia simpatiza con Chile más que con Córdoba o Buenos Aires, Salta,
etc."
Sarmiento debía mucho a Chile (Rosas lo reclamaba para fusilarlo, y no para amonestarlo).
Se pronunció mil veces, como audaz
periodista, sobre asuntos que no había estudiado lo suficiente. Nunca quedó
bien con nadie: ni con los unitarios ni con los federales, ni con los gauchos,
ni con los indios, ni con los estancieros
y
para qué hablar de los judíos. Sufrió una pertinaz incontinencia verbal (de ahí
"el loco Sarmiento" que sonrojaba a Mitre y Roca) .No ofreció la Patagonia a Chile, no porque no lo quisiera hacer sino porque
no estaba en posición de hacerlo.
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