lunes, 20 de agosto de 2018

Sarmiento quiso entregar la Patagonia a Chile


Sarmiento quiso entregar la Patagonia a Chile

Domingo Faustino Sarmiento fue uno de los personajes más polémicos de la historia argentina. Algunos lo consideran "padre del aula", otros lo proclaman autor de la Ley 1420 de educación obligatoria, gratuita y laica (que en realidad fue promulgada por el presidente Julio A. Roca), otros lo consideran un autor genial por el libro "Facundo"; y otros lo llamaron, sencillamente, "el loco Sarmiento", por sus opiniones tajantes y apasionadas, siempre políticamente incorrectas.

Una hija en Chile

Sarmiento se incorporó al ejército unitario del general Paz, con el grado de teniente, para enfrentar a Facundo Quiroga. Derrotado en 1831, decidió exiliarse en Chile. Se empleó como maestro en una escuela de la localidad de Los Andes. Sus ideas innovadoras provocaron una reprimenda del gobernador. Molesto, se mudó a Pocura y fundó su propia escuela. Allí se enamoró de una alumna, con quien tuvo su primera hija, Ana Faustina.

En 1836, volvió a San Juan, fundando su primer periódico, El Zonda. Pero el gobierno sanjuanino, tocado por las críticas de Sarmiento, lo acosó, y el diario cerró en 1840. Volvió a Chile. Allí tuvo éxito como periodista y consejero educativo de los sucesivos gobiernos.

En Chile, Sarmiento pudo iniciar una etapa más tranquila en su vida. Fue allí donde se casó con Benita, viuda de Castro y Calvo, adoptó a su hijo Dominguito y publicó su obra más importante: "Facundo, Civilización y Barbarie". Fue un periodista de trinchera, empeñado en la lucha contra Rosas. Fundó dos nuevos periódicos: La Tribuna y La Crónica, desde los que atacó duramente a Don Juan Manuel de Rosas.

Los artículos en la prensa chilena

Durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, los argentinos exiliados en Chile constituyeron una "Comisión Argentina", compuesta por el general Juan Gregorio de Las Heras, Gregorio Gómez, D.F. Sarmiento, Martín Zapata, Domingo de Oro, José Luis Calle y, como secretario, Joaquín Godoy. Este organismo procuraba, por todos los medios, debilitar a Rosas. En el fragor de la polémica, como veremos, se llegó a afirmar que toda la Patagonia argentina pertenecía en realidad a Chile, y se sugirió la anexión de Mendoza y San Juan al país trasandino.

Estrecho de Magallanes

Durante el diferendo por el Estrecho de Magallanes, Sarmiento tomó partido por Chile. Dice su artículo de "La Crónica" del 29 de abril de 1849: "En 1842, llevando adelante una idea que creíamos fundada en bienes para Chile, insistimos en que colonizara aquel punto (el Estrecho). Entonces y ahora tenemos la convicción de que aquel territorio era útil a Chile e inútil a la República Argentina".

Sigue así: "Téngase presente que todas las cartas geográficas de Europa ponen los límites a la república aquella (o sea: Argentina) en el Río Negro al Sur, demarcando separadamente la Patagonia como país distinto. Y aunque este hecho no establezca derechos a favor de nadie, muestra ya la opinión de todos los pueblos con respecto a aquellos parajes, que la colonización española no ha ocupado. Y no sabemos si le haríamos algún favor a nadie, arrebatando ese terreno para poblarlo, a manos de un gobierno como el argentino, que no es capaz de conservar poblado el suelo que le dejó España, sometido y pacificado".

Patagonia

El mismo diario publicó, con fecha del 11 de marzo de 1849, el famoso alegato de Sarmiento a favor de los derechos chilenos sobre la Patagonia: "¿Cómo pueden fijarse los derechos de los gobiernos americanos sobre tierras desocupadas, que antes de la independencia formaban en común los dominios españoles? [...] La verdadera solución es la siguiente fórmula. Las nuevas naciones no son una manada de lobos, prontos a despedazarse entre sí, sino gobiernos hermanos. Por lo tanto, el principio de equidad indica que un territorio limítrofe pertenecerá a aquel de los dos estados a quien aproveche su ocupación, sin dañar ni menoscabar los intereses del otro. Este principio, seguido en todos los tratados, tiene su completa aplicación en Magallanes. El estrecho es una vía indispensable de comunicación, para Chile. Es su salida al Atlántico. Necesita poblarlo y organizarlo, para consolidar su comercio. En cambio, para Buenos Aires, el Estrecho es una posesión inútil. Buenos Aires cuenta con los ríos Negro y Colorado, como barreras naturales para contener a los indios bárbaros. Median las dilatadas regiones de la Patagonia, país ocupado por indios salvajes. Ni la Corona de España ni Buenos Aires han intentado ocuparlo, sino por el establecimiento siberiano que lleva aquel nombre, situado a centenares de leguas del Estrecho". [Entendemos que se refiere a Carmen de Patagones].

"Quedaría por determinarse si el título del Virreinato de Buenos Aires expresa que las tierras al Sur de Mendoza, y poseídas aún por ciudadanos chilenos, entraron en la demarcación del Virreinato. De no ser así, Chile podría reclamar todo el territorio que hay entre Magallanes y las provincias de Cuyo". O sea, la Patagonia entera.

"[…] A todo esto, ¿qué haría el gobierno de Buenos Aires con el estrecho de Magallanes? Ese gobierno, lejos de poblar sus inmensas extensiones, no ha podido evitar que los salvajes lleguen hasta las fronteras de Córdoba, San Luis y los pueblos fronterizos del Sur, interrumpiendo las comunicaciones con las provincias de Cuyo, y arruinándolas hasta el punto de que ya no logran exportar sus frutos a Buenos Aires. Dentro de diez años, se habrá borrado el camino de la Pampa y, de seguir las cosas como están, dentro de veinte ignorarán que existieron tales provincias[…]. Que Buenos Aires se dedique a poblar, pues, el Chaco, el Sur hasta los ríos Colorado y Negro, que dé seguridad a sus fronteras, que allane las dificultades del comercio interior, que regularice las leyes de Aduana, y deje el Estrecho a quien lo posee con provecho (Chile) y no podrá abandonarlo sin mengua[…] De abandonarlo Chile, lo recuperarían los indios, sin que Buenos Aires tenga interés en hacer los gastos que demandare la ocupación de aquel paraje remoto, frígido e inhóspito".

La historia indica que Rosas (desde 1833) y Roca (hacia 1879) demostraron muy bien lo que podía hacer la Argentina con su Pampa y su Patagonia. Ocuparlas, poblarlas, desarrollarlas, establecer el imperio de la ley, someter a los araucanos chilenos invasores y ajustar paces con los indios tehuelches, pampas, serranos, pehuenches y araucanos argentinos. Por las buenas, o por las malas. Lo que no pudimos retener fue, precisamente, el Estrecho de Magallanes, ocupado por Chile.

En su libro "La Unión Nacional", acota Ricardo Font Ezcurra: "De ser cierto que Chile, en 1843, fue el primer ocupante de Magallanes y su territorio, hecho que ocasionó su pérdida definitiva por Argentina, también es cierto que ha adquirido este derecho gracias a la prédica tenaz, a las incitaciones de toda índole y a las gestiones realizadas por Domingo F. Sarmiento".

Sigue diciendo Font Ezcurra: "Alguien ha pretendido explicar esta campaña por su aversión a Juan Manuel de Rosas, que gobernaba Buenos Aires en aquel tiempo. Otros atribuyen esta conducta a las secuelas de la fiebre tifoidea, que había contraído durante su juventud". En realidad, Sarmiento no tenía nada de loco, sino que era un hombre genial. Pero también discutible, claro. Como todos.

Sarmiento le mandó a José María Paz una copia del "Facundo", con estas líneas: "Remito a S.E. un ejemplar del libro que he escrito, con el objeto de favorecer la revolución y preparar los espíritus. Obra improvisada, llena por necesidad de inexactitudes, a propósito algunas, no tiene otra importancia que la de contribuir a la destrucción de un gobierno absurdo, preparando el camino para otro nuevo". Atención: el propio autor está hablando del "Facundo", obra cumbre de la literatura argentina. ¿Sarmiento mentía allí "a propósito"? ¿Hay inexactitudes "a designio", como escribía el gran sanjuanino?

Dice Font Ezcurra: "Sarmiento había nacido en Cuyo, cerca de la sensibilidad chilena más que de Buenos Aires. En aquellos países incipientes, las personas eran sudamericanas, sin patria definida. La nacionalidad, en definitiva, quedaba librada a la opción de cada uno. Y Sarmiento optó, con todo derecho, por la nacionalidad chilena".

Palabras de Sarmiento: "Chile puede ser, en adelante, nuestra patria querida. Los que han consagrado su vida y sus vigilias al triunfo de la libertad en América, hallarán en Chile un teatro digno de sus esfuerzos, y el país lo agradecerá siempre que trabajen por la libertad, el progreso y los intereses de Chile […] Que no suene más el nombre de los argentinos en la prensa chilena […] Que aquellos que en nombre de aquella nacionalidad perdida, ya habían levantado la voz, guarden un silencio respetuoso […] Ahora no hay más patria que Chile". Y con estas palabras concluye el artículo.

Puede aducirse que Sarmiento, llevado por su odio a Rosas, cayó en cierta desilusión respecto de la Argentina, su patria, donde Rosas era amado por el pueblo, aunque resistido por los unitarios y la clase ilustrada. Entonces, una palabra provoca la otra, y terminan diciéndose cosas impensadas. Está bien. Pero sucede que nuestro hombre ha sido, y es, un prócer argentino, un presidente de nuestra Nación.

Sostiene también el escritor Font Ezcurra que, al ocupar el sillón presidencial, Sarmiento negó a Piedrabuena los elementos necesarios para impedir la penetración chilena en la Patagonia. El marino pedía y Sarmiento respondía "que no teníamos marina, que costaba mucho mantener un buque de guerra, que estábamos muy pobres, que ese territorio era un desierto, que debíamos entendernos buenamente con los chilenos, ya que ellos necesitaban el Estrecho por ser salida al océano, y que si Argentina instalaba una guardia militar permanente, acabaríamos como perro y gato con los chilenos. Finalmente, que no disponía de personal para ayudarme" (Armando Braun Menéndez, "Pequeña Historia Patagónica"). Cuando Sarmiento decía estas cosas, era Presidente de la República, y Rosas vivía, desde hacía años ya, en Southampton. Es decir: no eran palabras pronunciadas en la ofuscación del exilio, sino en la serenidad del poder.

En una carta dirigida a don Diego Portales (funcionario chileno) desde Valparaíso, el argentino José Luis Calle, integrante de la Comisión Argentina en el exilio chileno (la de Sarmiento) sugiere la anexión de las provincias de Mendoza y San Juan, con estas palabras: "La agregación de las provincias de Mendoza y San Juan no puede originar compromiso alguno de guerra para Chile, porque el tema del desorden en todas ellas delata el aislamiento en que se encuentran […] Este es el sistema aceptado en Buenos Aires, sistema que han sostenido a sangre y fuego los caudillos, muy especialmente Rosas y Estanislao López […] Allí nadie se ha movido por intereses nacionales ni nobles ideas, sino en obediencia a los diferentes mandones del país […]. Hace más de 25 años que el pueblo de Buenos Aires choca con los del interior, y muy especialmente con los de Cuyo. Cien reclamaciones, siempre burladas, y la ruina de estos pueblos […]. Entre ellos reina la más pronunciada antipatía por Buenos Aires… Por otra parte, siempre se ha exagerado la importancia de la barrera natural que limita el territorio de Chile: la cordillera de los Andes. Aquellos que conocen las provincias de Cuyo y Córdoba saben que el desierto casi absoluto de 307 leguas, que media entre Buenos Aires y Mendoza, es una barrera más difícil de pasar, y cien veces más temible, que los Andes […] Debo decir a Vd., finalmente, que si aquella provincia puede valer mucho, considerada como una fracción del territorio chileno, su población es mínima (45.000 habitantes) y por lo tanto su agregación absorbería cualquier inquietud doméstica… La población de aquella provincia simpatiza con Chile más que con Córdoba o Buenos Aires, Salta, etc."

Sarmiento debía mucho a Chile (Rosas lo reclamaba para fusilarlo, y no para amonestarlo).

Se pronunció mil veces, como audaz periodista, sobre asuntos que no había estudiado lo suficiente. Nunca quedó bien con nadie: ni con los unitarios ni con los federales, ni con los gauchos, ni con los indios, ni con los estancieros…y para qué hablar de los judíos. Sufrió una pertinaz incontinencia verbal (de ahí "el loco Sarmiento" que sonrojaba a Mitre y Roca) .No ofreció la Patagonia a Chile, no porque no lo quisiera hacer sino porque no estaba en posición de hacerlo. 

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