domingo, 10 de junio de 2018

Comandos de la Cia 601 abaten a un integrante del SAS en Malvinas


10 de junio de 1982

Comandos argentinos abaten al capitán Hamilton un oficial del SAS en Malvinas

El coronel (R) José Martiniano Duarte recuerda el episodio que le tocó vivir cuando junto a su sección de la Compañía de Comandos 601 combatió con un patrulla del SAS del Ejército británico.

Durante el conflicto armado, tenía 31 años y con el grado de teniente primero, integraba la Compañía de Comandos 601, la unidad de fuerzas especiales del Ejército Argentino.

Apenas arribó a las Islas Malvinas, el 26 de abril de 1982, su misión -al mando de 20 hombres- fue realizar tareas de reconocimiento y recorrer el terreno para familiarizarse con el lugar y con los kelpers. Después del 1º de mayo, el primer ataque británico a Puerto Argentino, fue enviado a las islas de los Leones Marinos, debajo de la isla Soledad.

"Nuestra misión -recuerda Duarte en diálogo con era descubrir un desembarco enemigo. En algunas ocasiones bajo el fuego aéreo británico o de batería. También hicimos tareas de reconocimiento de San Carlos, Puerto Luis y Monte Kent. El 9 de mayo sufrimos una baja cuando es derribado el helicóptero y muere un compañero mío, Roberto Fiorito, cuya misión era rescatar a los sobrevivientes del buque pesquero Narwal".

Suboficial ayudante Francisco Altamirano
en Malvinas (de pie en la foto)
Desde fines de mayo estábamos en Puerto Howard, cerca del estrecho San Carlos, y nuestra misión -casi autoimpuesta- era observar el desembarco de San Carlos, la cabeza de playa que el enemigo había conquistado, desde un puesto de observación en el Monte Rosalía (al norte de la Gran Malvina). El 5 de junio una patrulla de mi grupo salió en tarea de exploración y por la noche perdimos contacto. Por lo cual salimos en su búsqueda, nos reencontramos, pero el enemigo ya había descubierto la posición de una de nuestras fracciones. Entonces, para buscar un nuevo puesto observatorio, en la mañana del 9 de junio, salí con toda mi sección, pero luego decidí quedarme con sólo tres hombres -los suboficiales Eusebio Moreno, Roberto Ríos y Francisco Altamirano- como se estila en los grupos especiales. Seguimos avanzando hasta que encontramos un muy buen puesto donde se podía ver la bahía de San Carlos... pero demasiado lejos, sólo podíamos escuchar ruido de aviones aterrizando y despegando. Una información importante que mandé inmediatamente. Pero no era el lugar que necesitábamos. Por eso al amanecer del 10 de junio, decidí volver a Puerto Howard para buscar otro observatorio mejor al día siguiente.

El 10 de junio de 1982, Duarte y su grupo se verían cara a cara con la muerte cuando se cruzaron con una patrulla del SAS (Special Air Service), un cuerpo de fuerzas especiales del Ejército Británico, al mando del capitán John Hamilton.

Cerca del mediodía, con la tensión permanente de estar en territorio enemigo, Duarte comenzó a tener el presentimiento de que algo podía pasar en cualquier momento por lo cual se posicionó adelante del grupo. Además, siempre estaba presente ese espíritu del soldado de buscar el combate.

Segudo por la derecha coronel (R) José Martiniano Duarte de la Compañía de Comandos 601 y último por izquierda mayor Aldo Rico jefe de la Compañía de Comandos 602

De regreso a Puerto Howard veníamos muy sigilosos y cuando empiezo a dejar una pared de piedra a la izquierda, que era como una laja gigante, escucho una comunicación de radio en inglés del otro lado de las piedras. Me paro y hago señas tocándome el oído. Nos sacamos las mochilas y cuando Moreno saca una granada y la deschaveta, yo le agarro la mano para detenerlo. En una fracción de segundo pensé todas las posibilidades, y una de ellas era que podían ser kelpers. Pero resultó ser la patrulla del SAS de Hamilton. De pronto, veo a un tipo de frente arrastrándose, era morocho con bigotes y tenía un pasamontañas verde oliva que me resultaba familiar (después me enteré que era de la infantería de Marina argentina y que ellos lo habían tomado en las Georgias). Me asomo a medio cuerpo, estábamos a unos 8 metros, y le grito: "!¿Argentino o inglés?! ¡Salgan con las manos en alto! ¡Hands up!". El tipo pega un salto al costado y nos manda una ráfaga de fusil AR15. Ahí Moreno tira la granada y empieza el combate. Fuego que va, fuego que viene, nos tiran una granada que cae muy por detrás nuestro. Yo trataba de calcular la cantidad de bocas de fuego que me estaban tirando. Nuestra ventaja era que los habíamos escuchado antes.

Cabo primero del SAS, Roy Fonseca
En un momento veo que salen hacia mi flanco izquierdo, eran dos, nos tiraban y se movían. Hasta que uno de ellos se desploma (era el capitán Hamilton) y cuando el otro corre para ocupar una nueva posición y lo ve al otro desplomarse tira el fusil hacia arriba, levanta los brazos y se pone a gritar como loco, en una clara señal de que se había rendido. Fue entonces que ordeno el alto el fuego y le grito al tipo "!Come here!". Asustado, se acercó como pudo. Lo pongo de rodillas, lo interrogo, y como no quería darme la espalda yo le muestro el seguro de mi fusil para tranquilazarlo y le grité: ¡Prisionero de guerra, Convención de Ginebra!. Se trataba del cabo primero Roy Fonseca. Por su parte, Moreno se acerca al caído (Hamilton) y me confirma con señas que estaba muerto.

Iniciamos el regreso con el prisionero manos en alto, y ordené que se tomara todo lo que se pudiera de los elementos del enemigo. También decidí que íbamos a dejar el cadáver y que lo rescataríamos al día siguiente. Fueron 8 km. de caminata. En un momento empezaron a pasar rasantes los Harrier que estaban buscando a la patrulla del SAS, lo que nos obligó a ponernos cuerpo a tierra. En esa situación me quedé cara a cara con el prisionero Fonseca y le digo: "War is war! Hoy vos, mañana yo", y me contesta enojado: ¡Nooo...políticos!".

Al día siguiente se buscó el cadáver de Hamilton. Cuando le reviso la billetera veo cuatro fotos: Una de él, otra de una chica muy jovencita, que atrás decía Vicky, y otras dos de un nene y una nena. Tenía mi misma edad, dos nenes chicos como tenía yo en esa época y recuerdo que pensé: pobre tipo...le tocó. Horas después lo velamos toda lo noche en un galpón y le pusimos una bandera británica sobre el cuerpo que le pedimos a los kelper. A la mañana siguiente durante el entierro, en el cementerio de Howard, formé a mi sección en un cordón de honor, mandé saludo uno y le rendimos honores como a un soldado que combatió valientemente.

Militar británicso  del SAS capitán Hamilton, muerto en combate el 10 de junio de 1982 en Islas Malvinas 

Encuentros en la posguerra

Duarte debió aceptar la rendición de Puerto Argentino. En uno de los contactos que tuvo con un coronel inglés le entregó la identificación de Hamilton y le informó que había muerto peleando heroicamente en combate. "Fue un honor para mí enfrentarlo", le dijo al oficial británico, quien se emocionó y lo abrazó. A partir de ahí y hasta el momento de dejar las islas, el grupo de Comandos recibió un trato especial y respetuoso de parte de los ingleses. No olvida el reencuentro con un féliz Fonseca porque, según le contó, iba a cobrar once sueldos por haber sido prisionero de guerra.Pero la historia no terminaría ahí para Duarte. Veinte años después, en 2002, un periódico inglés lo invitó a Londres para reunirse con la viuda de Hamilton.

VGM coronel Duarte con Victoria Carter viuda del captián Hamilton

Estuvimos más de una hora hablando. Me acuerdo que cuando el periodista inglés me presentó a Victoria Carter (la de la foto que decía Vicky) dijo: "El es el que mató a su marido héroe". La viuda se ríe, me da la mano y dice: "El no es un asesino, es un soldado que peleaba por su patria". Ella me agradeció haber manifestado el heroísmo de su esposo, que permitió que la Reina se lo dijera personalmente, cuando le entregó la condecoración de Hamilton. Me contó además que Hamilton seguía enterrado en Howard porque así era su deseo; que no tuvieron hijos y que las fotos de los chiquitos que yo había visto eran de ellos mismos de pequeños. Ahí me cerró la historia. Sobre todo la parte humana, porque lo que yo pensaba que estaba bien... estaba bien, me lo confirmó la viuda: Cada uno combatía por la patria y en el último minuto del combate lo hicimos por la vida.

Francisco Altamirano también se reencontró con Fonseca en Islas Seychelles.

1 comentario :

  1. Almas grandes, guerreros cristianos. Los que allí pelearon y pusieron el cuerpo a las balas tienen todo el derecho de ver en el enemigo a un camarada. Los que no estuvimos, no tenemos ese derecho. CC55 Piñero Carlos Alberto que sirvió en la Aviación Naval, allá por 1982 por la prórroga universitaria. Un respetuoso y agradecido saludo.

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