En la madrugada lluviosa del 24 de mayo de 1982, Héctor Cisnero manejó su Ford Falcon anaranjado para llevar a su hermano Mario, sargento y comando del Ejército, desde su casa en Avellaneda hasta Campo de Mayo. Fueron en silencio. Pero al llegar, Mario habló: "Hermano querido: yo rendido de las Malvinas no vuelvo". Explicó que como soldado ese era su deber ante el pueblo argentino, que había solventado su capacitación militar. Héctor lo escuchó con un nudo en la garganta. Antes de despedirse, Mario le pidió que no les avisara a su padre y sus otros ocho hermanos de su partida a las islas para no intranquilizarlos.
A los 15 años, se incorporó a la escuela de Suboficiales
Sargento Cabral, de donde egresó en 1973, a los 17 años, con el rango de cabo
del Ejército. Enseguida se especializó en paracaidismo y se convirtió en el más
joven del país. Luego se convirtió en comando e integró las tropas de elite.
Además, era buzo, montañista y técnico en inteligencia. En 1982 Mario estudiaba
Ciencias Políticas. Y para julio de ese año planeaba casarse con su novia,
Nélida.
Pero empezó la guerra y solicitó ser enviado a las islas.
"Además donó el 50% de su magro sueldo al Fondo Patriótico", recordó
Héctor.
Por su notable fidelidad, sus compañeros de armas lo habían
apodado "Perro". Aunque para la familia siempre fue
"Marito". Héctor dice que su hermano repetía con frecuencia que el
don de mando sólo se logra con el ejemplo. Araujo lo ilustró: "Si tenía
que enseñarles a los soldados cómo se atravesaba un pantano en medio del
invierno, primero entraba él, y cuando salía, embarrado de arriba abajo, recién
los hacía entrar a ellos".
Las cartas que desde las islas le mandó a su hermano
demostraban su inclaudicable fervor patriótico: "A estos sinvergüenzas
[por los ingleses] les vamos a dar con todo, cueste lo que cueste". Los
mensajes llegaban firmados con un lema distintivo de los comandos: "Dios y
Patria, o Muerte".
Malvinas, donde siente que la Patria lo necesita
El guerrero siente cada vez más la necesidad de partir hacia
el combate y tal vez adivina su próximo fin.
Llegan a destino. Mario se abraza a su hermano. Se baja y
antes de separarse del coche, se asoma por la ventanilla y le dice:
-Yo rendido no vengo. O ganamos o no vuelvo vivo.
Y se fue. Entre la sorpresa y la parálisis de Héctor
Cisnero. Entre la llovizna y el frío de la madrugada porteña. Entre la
incertidumbre y la ansiedad por el futuro de la Patria. Sólo él sabe que no
volverá. Y esto no le importa. Porque otros son los deseos de un hombre al que
se le acaba la existencia y -como diría el poeta- seres de esta talla pueden
temerle a la vida, pero no a la muerte.
Mayor Aldo Rico jefe de la Compañía de Comandos 602 del Ejército Argentino en Islas Malvinas |
Cuando van a retirar armamento tiene lugar la situación que
sigue:
"En esos momentos, se adelantó el Sargento Mario
Cisnero. El célebre Perro, temible instructor de los cursantes, y pidió ser
apuntador de la MAG. Retiró una de éstas, se tiró cuerpo a tierra y comenzó a
revisarla en sus menores detalles. El acto revelaba al observador avisado una
serie de características de Cisnero: su espíritu de sacrificio, porque era
cargar en las marchas con mayor peso; una disposición favorable al conjunto,
desde que es un arma que apoya a las otras; y por último, su desprecio por el
peligro, ya que la ametralladora, atrae el fuego del enemigo. Fue en tales
circunstancias que el Sargento Cisnero cambió (...) frases (...) con su antiguo
alumno, el Teniente Primero Losito (...):
-Vamos a ver ahora, Perro, cómo te portás en la guerra.
Este se puso súbitamente serio y le respondió:
-Pierda cuidado mi Teniente Primero, que ahora vamos a ver
quiénes son realmente los buenos..."
El 26 de mayo el Mayor Rico recibe la orden de pasar a las
islas con su subunidad. Esto significaba mandarlos antes del plazo previsto
pero ya estaban listos. Se dirigen a Comodoro Rivadavia y de allí a las islas.
Por un desperfecto mecánico casi deben volver, pero lo solucionan y siguen
rumbo a Malvinas.
En las islas los comandos de la Compañía de Comandos 602,
desde el principio, reciben una gran cantidad de misiones. El 29 de mayo, la
primera sección al mando del Capitán Vercesi sale en dirección a las líneas de
avance inglesas para explorar y enviar informes sobre los movimientos enemigos.
El martes 8 de junio el Mayor Rico alista a toda su compañía
-ya disminuida en su personal- y parte hacia la zona defendida por el
Regimiento de Infantería 4, ubicada en la zona de los nombrados montes gemelos.
En la posición más occidental, la más avanzada para el lado
inglés, están el Subteniente Llambías Pravaz y el Subteniente Silva (que de
noche tenía la misión de patrullar Goat Ridge). El primero de ellos tiene
experiencias de combate con tropas británicas que intentaban infiltrarse. Por
eso y por conocer la zona, proporciona notables datos para tender una emboscada
que se establece en una prolongación de la elevación que se alarga sobre la
llanura. Por allí, esa misma noche, regresan los comandos británicos luego de
intentar una infiltración por Monte Harriet. Pero como estaban lejos del avance
de las armas patriotas, no se inició el ataque, aunque ya conocen el terreno y
esto los decide a volver a establecer la emboscada al día siguiente.
Se acaba la espera. El tiempo del Héroe comienza a contarse
solamente en horas. El Perro no teme, solo está tenso. Recuerda a su familia.
Le manda un telegrama a su hermano por esos días. Pero sus reflexiones van
siempre más allá de esto. Piensa en él y en nuestra Patria. Y en Dios. Sabe que
lo ama. Entiende que quiere a nuestra tierra, ¿pero será fiel hasta el fin?
Medita la frase de su libreta: "Mi respuesta: No sé rendirme. Después de
muerto, hablaremos". Su vida y su muerte -que presiente cerca- debe ser
así. Él ha nacido para ser soldado y éstos no deben desear otra cosa que la
Victoria o la Muerte en combate. Por eso aceita la ametralladora MAG. La limpia
y controla sus detalles. Ella es su compañera inseparable. El arma forma parte
del cuerpo del guerrero porque frente al enemigo están solos y juntos: el
hombre, su arma y Dios.
El 9 de junio a la tarde comienza a prepararse la emboscada.
La compañía Comandos 602 es reforzada por una sección de Gendarmería Nacional,
al mando del Segundo Comandante Santo. Desde las inmediaciones de Two Sister,
el Mayor Rico ordena una exploración por la zona, sin que ésta percibiera
presencia enemiga. Con ésta seguridad, a eso de las nueve de la noche, se
establece la emboscada, según el siguiente dispositivo de ataque:
"Abajo del monte, en la punta de la saliente rocosa, un
escalón de apoyo con una ametralladora, compuesta por el Sargento Cisnero como
apuntador y el Teniente Primero Vizoso como auxiliar; más arriba, el Mayor Rico
acompañado por el Capitán Ferrero y cerca de ellos, bajando a la derecha, otra
ametralladora manejada por el teniente Primero Enrique Rivas y servida por el
Sargento Miguel Franco. El escalón de asalto propiamente dicho estaba dividido
en dos fracciones, situadas en el bajo, a ambos costados: el Capitán Tomás
Fernández con su sección a la derecha y el Segundo Comandante Santo con los
gendarmes y otra ametralladora a la izquierda, provistos varios hombres a cada
lado con granadas de fusil. El Capitán Médico Ranieri fue situado detrás y
arriba de Rico, por cierto que también armado con su fusil para caza mayor.
Finalmente, a ciento cincuenta metros más elevado se hallaba el escalón
protección y recibimiento, a órdenes del Capitán Villarruel. Sobre el todo,
tropas del Regimiento 4 mandada por el Subteniente Llambías con ametralladora.".
Y de nuevo el milagro del silencio ruidoso de la noche.
Especial ausencia de sonido que hace imaginar al enemigo
detrás de cada piedra. Pero también a un ángel sobre cada estrella. Frío que
cala los huesos pero que mantiene despierto a cada combatiente para contestar a
cada ataque. Blanda tierra que quiere proteger a cada hombre y que absorbe a
cada muerto, porque es suyo. El suelo guarda muchos secretos para los vivos
pero ninguno para los muertos. Porque se hacen uno y, por momentos, seres
purísimos transforman esas unidades en puentes bellísimos que llegan a Cristo.
En este silencio, con este frío y entre la turba, vigila
nuestro Héroe.
De repente un comando alerta a Rico de la presencia enemiga.
El Mayor manda a avisar al "Perro" que está con su ametralladora.
Pero el mensajero no llega.
Una explosión.
Los ingleses que debían ser sorprendidos, inician un ataque.
Todo el fuego de la Compañía Comandos 602 y de una subunidad
del SAS (Comandos Británicos) se desata.
Adelante cuatro soldados ingleses avanzan hacia la punta
ocupada por Cisnero y Vizoso. El "Perro" dispara con cuanto puede.
Pero los británicos necesitan neutralizar esa ametralladora. Le disparan un
proyectil explosivo que impacta justo en medio del arma y ésta explota
partiendo en dos al cuerpo del sargento. El Perro cumple con su deber para con
Dios y con la Patria.
Con todo, ni de una ni de otra parte ceden. El volumen de
fuego de dos subunidades de tropas especiales es impresionante. Hasta que los
ingleses comienzan su retirada. Los argentinos los persiguen con un preciso
fuego de artillería, a órdenes del mismo Rico. Y la emboscada termina.
Los comandos quieren ir a buscar el cuerpo del Perro pero no
pueden. La fuerza de la tierra que abraza a sus hijos es más que todos ellos.
Identificación de los restos
El martes 30 de mayo de 2018, el Estado argentino le avisó a
la familia Cisnero que el cuerpo de Mario, caído en la Batalla del Monte Dos
Hermanas, había sido localizado en el cementerio de Darwin, donde desde hace 35
años estaba enterrado bajo la leyenda "Soldado argentino sólo conocido por
Dios".
Su hermano Héctor destacó la misteriosa vinculación entre el
destino de Mario y la Patria: "Nació el 11 de mayo, Día del Himno
Nacional; murió el 10 de junio, Día de la Reafirmación de los Derechos
Argentinos sobre las Malvinas, y su identificación fue informada el 29 de mayo,
Día del Ejército Argentino".
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