viernes, 21 de diciembre de 2018

Malvinas : la mentira británica detrás de la foto de un soldado argentino tomando mate


La increíble historia de una foto en plena guerra

La imagen de un sargento tomando mate llegó al museo de Londres.

La imagen de Ángel Ortiz tomando mate en plena guerra es una de las 80 fotografías incluidas en el libro Cruces: idas y vueltas de Malvinas, publicado en 2007, producto de una exhaustiva investigación realizada por el historiador Federico Lorenz y María Laura Guembe, coordinadora del Archivo Fotográfico sobre Terrorismo de Estado de la asociación Memoria Abierta.

Lorenz y Guembe seleccionaron esas fotos entre más de 3 mil inéditas aportadas por ex combatientes, familiares de víctimas de la guerra, militares argentinos y hasta las que fueron abandonadas y encontradas por las tropas inglesas en las islas.

“Miserable soldado argentino muere de frío tomando agua de un coco”, dice el epígrafe que acompaña la fotografía de Ángel Ortiz, un ex combatiente de la guerra de Malvinas que vive hace 28 años en Junín de los Andes, que se exhibe en el Museo Imperial de la Guerra en Londres.

Ortiz contó la historia de esa imagen captada por un camarada del Regimiento de Infantería 8 de Comodoro Rivadavia cuando tomaban posición en Bahía Fox, ubicada en la costa sureste de la isla Gran Malvina.

Nacido hace 68 años en San Roque, Corrientes, en 1979 Ortiz se incorporó al citado regimiento. Con el grado de sargento primero, encargado de la primera sección de la compañía, arribó a las islas el 6 de abril de 1982, previo paso por Puerto Argentino, para defender Bahía Fox y controlar la isla Gran Malvina.

“Nosotros estábamos en Bahía Fox y el encargado de comunicaciones, el sargento primero Prieto, me dice: ‘Preparate unos mates que voy a recorrer las posiciones’. Eso fue antes de que comenzaran los bombardeos. Estábamos en la cresta del cerro. Cuando vuelve le digo: ‘Sacame una foto para la posteridad’. Se lo dije así como quien no quiere la cosa”, explicó.

Recordó los intensos bombardeos que sufrían. “Estábamos justo en la bahía, los ataques al principio eran cada fin de semana, después cada cuatro días, después cada dos días y finalmente eran todos los días”.

Con la rendición de los militares argentinos el 14 de junio de 1982, Ortiz fue tomado prisionero al igual que Prieto, a quien seguramente en una de las requisas los soldados ingleses le confiscaron la cámara con la que había tomado aquella foto.

Muchos años después, ya radicado en Junín de los Andes, donde se había retirado del Regimiento de Infantería de Montaña 26, un amigo le mostró un ejemplar del diario Ámbito Financiero donde aparecían varias fotos de la guerra, entre ellas la de Ortiz bajo el título “La espera”. “No lo podía creer, yo me había olvidado de la foto”, agregó. La nota reproducía una serie de fotos expuestas en el museo londinense creado tras la Primera Guerra Mundial. “En el artículo del diario junto a la foto se podía leer: ‘Qué estará pensando este soldado, se lo ve perdido en el tiempo, vaya a saber’. La verdad que me es difícil recordar qué estaría pensando en ese momento”, comentó Ortiz.

“La foto llegó a Gran Bretaña cuando caímos prisioneros y los ingleses se la llevaron para analizarla y sacar datos”, concluyó.



Un libro la rescató entre 3 mil fotografías

El libro, dividido en tres partes (“Esperas”, “Marcas” y “Cruces”), no muestra escenas de combate sino que registra imágenes antes y después de la batalla, soldados en las trincheras, en buques y aviones y en los cerros desolados donde muchos dejaron la vida.

En las páginas de Cruces... aparecen esos soldados argentinos que pidieron que los fotografiaran quizás con la intención de mostrar a sus familiares su paso por las islas. Los autores resaltaron que muchos sobrevivientes les dijeron que lo que más lamentaron de la rendición es que, apenas subieron a los barcos de prisioneros, les requisaron los rollos de las cámaras fotográficas.

Un lugar para depositar el dolor

Por estos días, Ángel Ortiz se siente reconfortado por la identificación de 90 tumbas de soldados argentinos en el cementerio de Darwin. “Ahora estas familias tienen un lugar identificado con nombre y apellido para depositarle su dolor y su pena a ese ser querido que murió en Malvinas”, explicó.

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