Un veterano y coleccionista escocés halló y le devolvió el casco a un soldado argentino que combatió en Malvinas
Un escocés que participó de la Guerra de Malvinas llamado Edward
Goodall, adquirió hace unos meses en una subasta el casco del soldado argentino
Alejandro Gorzelany.
La sorpresa del Veterano de Guerra de Malvinas (VGM)
Alejandro Gorzelany perdura. Después de 36 años, la Guerra de Malvinas volvió a
ser un tema principal en su vida. Todo en parte a la iniciativa del
coleccionista y veterano británico Edward Goodall a quien hoy lo une una
amistad a la distancia.
Goodall es un escocés que participó en el conflicto del
Atlántico sur y al que la contienda le despertó un sentimiento profundo. Su
paso por las islas fue de cuatro meses arriba de un barco. Era ingeniero y su
tarea era asistir a tres helicópteros. Trabajaba en una empresa de soporte
mecánico que fue contratada por la Royal Navy. Hoy se dedica a coleccionar
objetos afines a aquella batalla. "Es un fanático", lo define de
manera simple Gorzelany.
Él contactó en julio al veterano argentino con la intención
de entregarle su casco, el que había utilizado durante el conflicto bélico y
que llegó a sus manos por medio de una subasta. Luego, en octubre, lo recibió
en su casa en Inglaterra para formalizar el propósito. Y esta tarde Gorzelany
encabezó una ceremonia en el Palacio San Martín en la que se presentaron otros
obsequios que su amigo le envió desde Europa.
Casco adquirido por Goodall y restituído a Gorzelany |
En las últimas semanas Goodall hizo gestiones con la
Embajada de Argentina en Londres para enviar una medalla, un sable ceremonial
de la Royal Navy suyo, un casco sin identificación que será destinado al padre
del soldado José Luis Galarza (caído en la batalla de Monte Tumbledown) y una
placa con un mensaje que resume el valor de la reconciliación.
El sable ceremonial de la Royal Navy que pertenecía a
Goodall y le entregó a Gorzelany
|
"Son la historia viviente que descansarán en mi casa.
Son la representación de lo que pasó para mis hijos, para mi familia y para los
nietos que vendrán", dijo Gorzelany.
Cuando la guerra estalló el 2 de abril de 1982, Gorzelany
realizaba el servicio militar obligatorio. Prestaba funciones en la brigada
Batería B Independencia del Grupo de Artillería de Defensa Antiaérea 101 de
Ciudadela. Había ingresado el 12 de marzo y a los pocos días, con apenas 18
años, tuvo que partir hacia las islas.
El soldado Gorzelany con su casco señalado con una flecha |
El día que finalizó el combate estaba apostado en medio de
la montaña en Península Camber. Quedó como prisionero de guerra en Puerto
Argentino. Como todos sus compañeros, debió dar parte de su uniforme y su
armamento que lo acompañó y protegió en esos días fríos y oscuros. Lo único que
le había quedado era la funda del casco, que todavía guarda entre sus recuerdos
más queridos.
De aquellos días recuerda cada vez que entró en combate:
"Soportamos mucho el bombardeo naval, sobre todo la última noche antes de
la rendición, cuando hubo un combate a 300 metros, por suerte no cuerpo a
cuerpo, y nos defendimos de un desembarco muy cerca".
El conflicto bélico le dejó secuelas, daños psicológicos
como a muchos de los héroes que defendieron la Patria. "Algunos
fallecieron, otros volvimos y algunos no están muy bien lamentablemente",
expresó. Habiendo servido bajo condiciones extremas, al pisar el suelo
argentino, el deterioro también se evidenció en su cuerpo: al regresar tenía 19
kilos menos.
Desde entonces trató de olvidar, de dejar atrás el peso
simbólico de Malvinas que en muchos casos se traduce en drama.
"Durante muchos años no hablé del tema. Trabajé en la
empresa de mi padre e hice mi vida. Los primeros años fueron difíciles. No se
prestaba la atención que hoy en día se presta a un veterano de guerra. Ahora
tengo recuerdos encontrados. Si bien la pasamos muy mal, con el tiempo me di
cuenta de que es una experiencia de vida que tengo que transmitir a mi
familia", contó en la actualidad.
Hoy el ex combatiente lleva adelante una vida confortable y
tranquila junto a su esposa Débora y sus dos hijos. Luego de Malvinas, se
graduó en Ciencias Económicas. Es empresario y trabaja en un emprendimiento
familiar.
El escocés que buscó a Gorzelany
El domingo 22 de julio de este año, recibió un mensaje en
Facebook que le hizo temblar las piernas. Era de Goodall, que le decía que
estaba buscando a Alejandro Gorzelany y le preguntaba si era él porque tenía en
su poder una pertenencia suya, que había usado en Malvinas.
El argentino sospechó que había un error. Pero al día
siguiente, Goodall le envió fotos para que pudiera corroborar si efectivamente
se trataba del casco del que se había desprendido hace 36 años. Gorzelany lo
reconoció porque durante su estadía por las islas escribió su nombre en el
arnés del interior del casco. Entonces el escocés le contó que lo había
adquirido por internet. "Cuando recibí el mensaje se me puso la piel de
gallina y me puse a llorar. No lo podía creer", recordó.
De izquierda a derecha los veteranos Goodall y Gorzelany |
Y continuó rememorando: "Cuando fue la rendición,
después de varios días que nos tuvieron en unos galpones, caminamos por una
ruta que iba directo al Aeropuerto y ahí había pilas de fusiles, municiones,
cinturones y cascos. Nos obligaron a tirar todo". Tiempo después
"alguien encontró el casco, lo llevó a Inglaterra y después de muchos años
lo subastó", agregó.
Tras ello los dos acordaron un encuentro para la devolución,
que se concretó a mediados de octubre. Fue en Plymouth, donde vive Goodall. En
la reunión cruzaron palabras reparadoras e intercambiaron regalos. No pudieron
contener las lágrimas y se despidieron con un abrazo conmovedor.
Desde entonces ambos mantienen un lazo de amistad.
"Hablo con él una vez por semana, sobre todo en momentos de paz, como
cuando voy manejando, tranquilo, pongo el celular en el auto y conversamos. A
veces pasamos hasta 40 minutos hablando", reveló.
Envío de otros objetos
Los mismos sentimientos reflotaron esta tarde cuando se
celebró la entrega de los nuevos objetos que el escocés envió.
El acto estuvo presidido por la subsecretaria de Malvinas,
Antártida y Atlántico Sur, María Teresa Kralikas, y contó con la presencia del
secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Nación, Claudio
Avruj, además de autoridades del Ministerio de Defensa de la Nación, la
Embajada de Reino Unido, veteranos y representantes de asociaciones de
familiares de ex combatientes.
“Esta espada se presenta a mi buen amigo y hermano, ex
combatiente de Malvinas, como símbolo de honor,
respeto y amistad”, dedicó en
la placa Goodall
|
"El profundo contenido humanitario entre gestos de ex
combatientes es un ejemplo de amistad y reconciliación, representa la confraternidad
entre miembros de fuerzas armadas de ambos países y reafirma los vínculos
bilaterales a través de un proceso de construcción de confianza y de
acercamiento en nuestro países", dijo Kralikas.
Tras las palabras de la funcionaria y mientras se acercaron
a Garzolany para tomarse fotos, él aprovechó el momento para hacer una
videollamada a Goodall.
Alejandro Gorzelany con el casco que usó en Malvinas - Foto derecha Edward Goodall quien restituyó el casco |
"Le dije que estábamos en un palacio muy importante,
con personalidades militares, del gobierno argentino, con veteranos, con mi
familia, mis amigos, todos celebrando el arribo de los objetos. Y que no tenía
palabras concretas para decirle más que gracias", resumió el ex
combatiente y dijo que espera que pronto lo visite.
Para Gorzelany esta jornada significó "darle un cierre
grato al tema Malvinas". "Acompaña un ciclo de mi vida interesante,
en el que tenemos muchos vínculos con los veteranos, compartimos cenas,
charlas, momentos juntos", finalizó.
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