Matías Picchio es un argentino que vive en Reino Unido y recupera en subastas, los cascos de los soldados argentinos que combatieron en Malvinas y los restituye, a sus dueños o familiares
El benefactor argentino compró el casco en una subasta. Pertenecía al conscripto Rafael Barrios, un soldado caído en Malvinas, nacido en Corrientes y se lo devolvió a sus familiares.
El benefactor argentino compró el casco en una subasta. Pertenecía al conscripto Rafael Barrios, un soldado caído en Malvinas, nacido en Corrientes y se lo devolvió a sus familiares.
Matías Picchio, un argentino que hace tiempo está radicado
en Europa, pero que con frecuencia regresa al país para visitar a sus
familiares. Vio en el archivo web el artículo sobre el ex combatiente
correntino y decidió buscar al hermano, Félix, quien vive en Corrientes.
“Sentí una gran alegría cuando me lo dijo: es sin dudas una
reliquia. Me emocionó mucho saber del caso”, contó Félix acentuando cada
palabra para evitar que la emoción cortara su voz.
Picchio explicó el caso sin muchos rodeos y con un tono
particular, entre su castellano natal y el inglés británico que adquirió
después de tantos años de vivir en Gran Bretaña. Luego, con el número de teléfono
del hermano del soldado fallecido Rafael Barrios, se contactó con él y llegaron
a un acuerdo en Buenos Aires donde concretó la entrega del casco con el que
Rafael combatió en Malvinas y que fuera rescatado en una subasta en Inglaterra.
El soldado Rafael Barrios era un conscripto correntino que
falleció en la guerra de 1982 y su cuerpo quedó en Malvinas. El año pasado, fue
uno de los casos analizados en el marco del programa de identificación de los
restos inhumados en el cementerio de Darwin, en tumbas con la frase: “Soldado
sólo conocido por Dios”. Sin embargo, los análisis de ADN de las muestras
tomadas a su familia, dieron negativo en una primera fase del proceso
identificatorio. “Quedan muy poquitas, rogamos que nuestro hermano descanse en
alguna de las que quedan”, manifestó Felix Barrios.
Su madre viajó también en 1985. “Eligió una cruz del
cementerio, la abrazó, y le pidió a Dios por el descanso de mi hermano. Cuando
viajé en 2018 hice lo mismo, le puse los paños y prendí una velita. Sería muy
importante para nosotros encontrarlo en el verdadero lugar donde descansa”,
explicó. “Mi mamá me contó: me hice dueña de una cruz y lo abracé. Yo hice lo
mismo”, relató.
Mientras tanto, llegó la sorpresa del casco, en una fecha
muy especial.
El héroe
Rafael nació y se crio en Ramada Paso, cerca de la localidad
de Itatí. Era el mayor de siete hermanos y cuatro hermanas. De joven trabajó en
la chacra familiar y luego realizó tareas de albañilería en pueblos del Norte
de la provincia, hasta que en 1982 le tocó el servicio militar. En Malvinas
luchó hasta el final y fue uno de los 649 argentinos muertos en el conflicto
bélico.
La muerte del soldado Rafael Barrios según lo atestigua uno
de sus compañeros.
Raúl Vallejos un veterano de Malvinas, chaqueño de 49 años
durante el conflicto de 1982 estuvo afectado al Regimiento 12 de Infantería al
mando del subteniente Leonardo Durán. El pelotón servía de apoyo a las tropas
en combate. Una noche de fines de mayo fueron emboscados cuando llegaban como
refuerzo en las costas de Puerto Darwin. Los nueve combatientes debieron saltar
del helicóptero a metros del suelo y replegarse hacia el mar, pero los
británicos los interceptaron, hirieron a algunos, y los llevaron detenidos a
unos galpones en Goose Green donde había cerca de 400 argentinos presos.
Según consta en una investigación posterior, los británicos
les exigieron tareas riesgosas, y ante la negativa, hubo amenazas de dejarlos a
la intemperie sin comida, lo cual era, en sí, una sentencia de muerte.
“Al tercer día pidieron 20 soldados para recoger un muerto
en el campo de batalla –recordó Vallejos–. A las tres horas piden 20 soldados
más para recoger unos cajones de municiones que estaban ahí, a 300 metros.
Empezamos a cargar y cuando faltaba poco para terminar la parva, se va un
soldado, levanta el cajón y sale, yo voy por atrás y el que venía atrás mío,
va, levanta el cajón y ahí explota.”
La detonación mató al instante a los soldados Martín Flores
y Rafael Barrios. José Ferraú quedó incendiado con napalm, y alguien vio que un
sargento inglés lo ultimaba de un disparo. Raúl Vallejos, Ángel Urban, Ricardo
Pinatti y Ricardo Jakinsuk resultaron gravemente heridos, al igual que Gerardo
Fernández, Luis Espinberger, Hugo Duarte, Franciso Ocampo, Víctor Rodríguez y
el mismo Durán.
Los detenidos de mayor rango presentaron un acta de queja ante
los ingleses para denunciar que habían sido obligados a realizar “una actividad
no contemplada por la Convención de Ginebra”, con fecha del 1 de junio de 1982.
El relato sigue: “Cuando escuché la explosión, lo único que
dije fue ‘¡Ay mi Dios!’ Lo que casi me ahogó era el humo, porque en ningún
momento perdí el conocimiento. Cuando me quise arrastrar miro la pierna: estaba
todo cortado. No tenía fuerza, el dedo de la mano estaba todo colorado. No
sentí dolor, sentí que me estaba quemando, nada más.
Vinieron los ingleses, me hicieron el torniquete y me
llevaron en helicóptero al buque
Canberra. Ahí me hicieron la primera curación.”
“Cuando me miro tenía todo hecho pomada, y vomitaba sangre,
me tocaba las orejas y me salía sangre por las orejas, por los ojos”, relató
Ricardo Pinatti en un documental hecho por ex combatientes. “Me levanto y miro
para todos lados y veo a un inglés que me dice que entre, porque eso seguía
reventando.”
“Yo sabía de que estando prisioneros no teníamos que hacer
esa clase de trabajo. Una limpieza podría ser, pero no esa clase de trabajos
peligrosos”, reflexionó Ángel Urban en el mismo video realizado en Chaco, donde
viven los tres.
El recuerdo de su familia
“Nos acordamos de él todos los días y los 2 de abril son muy
especiales: es un recordatorio muy triste en el corazón, pero muy fuerte en el
alma, con la frente levantada, porque entregó su vida por la Patria”, indicó
Félix.
“Así lo recordamos todo el año y siempre le estoy rezando a
mi Virgencita por su eterno descanso, en paz, y para que podamos continuar la
búsqueda e identificación de su cuerpo. Todavía quedan unos diez casos por
analizarse”, concluyó con la esperanza intacta, pero también con una alegría al
saber que pronto recibirá una reliquia para seguir perpetuando la memoria del
soldado correntino caído en Malvinas, su hermano Rafael.
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