El heroico guardacostas G83 ¨Río Iguazú¨ en la guerra de
Malvinas
El guardacostas de la Prefectura Naval Argentina (PNA) Río
Iguazú GC-83 fue una lancha guardacostas de la Prefectura Naval Argentina que
tuvo participación en la guerra de las Malvinas. El 22 de mayo de 1982 fue
atacado por aviones británicos , quedando encallado y abandonado en las
cercanías de la costa este del istmo de Darwin en la isla Soledad ( I.Malvinas).
En 2013 el periodista Mario Carrillo de Diario EL SUR entrevistó a uno de los
protagonistas.
El 22 de mayo de 1982, dos aviones
del Escuadrón 800 de Sea Harrier, integrantes de una Patrulla Aérea de Combate
(PAC), atacaron al Guardacostas GC-83 mientras éste navegaba por la zona de la
Bahía Choiseul; desde la cubierta del buque de Prefectura, el Cabo Segundo
Julio Omar Benítez repelió el ataque con la ametralladora antiaérea calibre
12,7 mm, siendo alcanzado por los disparos de los aviones atacantes resultando
mortalmente herido. A pesar de no haber tenido asignado el puesto de esa
ametralladora, un camarada de Benítez, el Cabo José Raúl Ibáñez, no dudó
tomarla y a pesar de ser la re-edición de la pelea de David contra Goliat,
respondió -con un arma inadecuada para combate aéreo y máxime que se trataba de
la tecnología de guerra más avanzada del mundo- a los ataques de los aviones
británicos. Con su valiente y heroico accionar, logró averiar seriamente a uno
de los Harrier, forzando a un segundo avión hostil a retirarse. Esta acción de
guerra es considerada el Primer Combate Aeronaval de la Historia Argentina. Por
su heroísmo y arrojo le fue condecorado con la medalla "La Nación
Argentina al Heroico Valor en Combate".
Un correntino de ley
A 31 años de ese primer combate aeronaval, del episodio
bélico descripto: Al hoy Ayudante Mayor -y Encargado General del Servicio de
Guardacostas de la Prefectura Naval Argentina- José Raúl Ibáñez. Un correntino
de ley, fibroso y que se mantiene en muy buena forma a sus 56 años; querido y respetado
por sus pares y por sus superiores, quienes lo apodan “Gallo” o “Sea Harrier”.
Todo un personaje, firme y cálido a la vez, que no perdió parte de su acento de
Taragüi Porá, a pesar de haberse radicado en un modesto y apartado barrio de
Escobar, desde donde viaja diariamente a prestar servicio en Capital.
Sobre aquél 22 de mayo arranca relatando que “se encontraban
en una misión de transportar a 19 efectivos de Ejército y dos cañones de 105 mm
a Puerto Darwin, ya que las condiciones climáticas impedían llevarlos por aire”.
Prosiguiendo con la narración añade: “A la noche comenzamos
a desarmar los cañones y colocarlos en distintas partes del guardacostas,
porque es un buque chico y además estábamos con la tripulación completa;
terminamos y a eso de las 4 de la madrugada zarpamos de Puerto Argentino y a
eso de las 8, cuando navegábamos por la zona de la Bahía Choiseul, el Sr.
(Eduardo Adolfo) Olmedo (Subprefecto y Capitán del GC 83) tocó zafarrancho de
combate porque nos estaban sobrevolando dos aviones Sea Harrier, así que
prestamente ocupamos los puestos de combate. Bajé a la sala de máquinas y a la
primera pasada del avión inglés recibimos el fuego de su ametralladora que
averió el cargador de baterías de la banda de babor, el banco de trabajo; los disparos
también reventaron el cielorraso de la sala de máquinas y junto al pie de la
escalera que va a cubierta, abrieron un rumbo en el casco de unas 4 o 5
pulgadas, donde entraba una bocanada de agua. Inmediatamente puse las dos
bombas para achicar el agua, pero no daban abasto. Le comunico la situación al
Sr. Olmedo que estaba en el puente y me dijo que abandone la sala de máquinas
que iba a tratar de tirar el “Río Iguazú” a la costa.
Un sapucay que no fue
Sobre el heroico episodio en el punto más álgido del
desigual combate, nos cuenta: “Cuando voy llegando a cubierta el suboficial
(Juan José) Baccaro y el cabo segundo (Carlos) Bengochea me dicen: “Hacelos
m…..”; levanto la vista y a través de popa y veo que se venía en picada el
Harrier; así que atropello al Cabo Segundo (Julio Omar) Benítez, que ya estaba
herido de muerte –tenía volado todo la parte del estómago- lo desengancho del
arnés de la 12,7 (ametralladora) y me pongo en la posición de él, justo cuando
el avión enemigo se puso en la estela nuestra y comenzaba a abrir fuego
nuevamente; así que comencé a disparar y el Harrier se comió la cortina de la
ráfaga nuestra”.
-Qué sentiste o pensaste en ese momento fue la pregunta; su
respuesta: “Fue todo tan rápido…venía se subir de la sala de máquinas mojado, y
me encuentro en cubierta con un panorama terrible; mi camarada herido de
muerte, el suboficial Baccaro y el cabo segundo Bengochea heridos y
arrastrándose por cubierta; así que ni dudé y atropellé para tratar de
defenderme, porque tiempo de pensarlo no hubo; siempre solía decir que si
pasaba por esta situación de combate iba apegar un sapucay, pero sinceramente
ni me acordé, ni tuve tiempo; porque como te decía, todo pasó tan rápido y era
tan desesperante el momento”.
Un segundo Sea Harrier
Más adelante en el relato de esta vivencia acota más
detalles significativos: “ Cuando abrí fuego con la 12,7, el Harrier comenzó a
largar una estela de humo y me di cuenta que le había dado; el avión pasó
arriba nuestro y justo en ese momento encallamos a unos diez o doce metros de
la costa y como había olas de dos o tres metros de altura parecía que el
guardacostas se iba a dar vuelta, Ahí me sacudo un poco y parecía un poco
aturdido, a lo mejor por el ruido de las turbinas del avión; y miro para tierra
y veo que a unos 30 metros compañeros de iban corriendo, se caían y se
levantaban…y como dice el refrán soldado que huye, sirve para otra guerra.
Recuerdo que miro hacia cubierta y había un grupo de soldados y les grité que
salieran de allí, porque al levantar la vista observo que se venía otro Sea
Harrier; amago como a atacarnos por popa, pero se zambulló, dio la vuelta y se
alejó; y allí se levantó el tambucho de un pañol ubicado detrás de sala de
máquinas donde estaban varios efectivos del ejército a los que le grité que
vayan saliendo, porque no sabía si el otro avión iba o no a volver a atacarnos.
Así que comenzamos a bajar a los heridos, que perdían mucha sangre; ahí nos
dimos cuenta que también estaba herido el Sr. Gabino Gonzáles (oficial de
cubierta, hoy Prefecto Principal RE)
No hubiéramos podido sobrevivir
Cuando le menciono que con su heroico accionar salvó a la
tripulación solo atina a decir: “Y bueno, fueron circunstancias de la vida,
sobre las que Dios quiso que así fuesen; fíjate que si por ejemplo hubiésemos
estado más lejos de la costa, a lo mejor nos hubiésemos muerto todos; quizá no
en el ataque, pero las dos balsas salvavidas estaban todas acribilladas;
quedaba un bote salvavidas pero para sólo seis personas y éramos treinta y
cuatro. Además el agua muy fría, así que no hubiésemos podido sobrevivir; pero
bueno, la pudimos contar, claro que tuvimos que lamentar la muerte de Julio
Omar Benítez”
Por último le pedimos que reflexiones sobre sus sensaciones
a 31 años de aquéllos momentos. Con la misma calma con que abordó todos estos
recuerdos señala: “Siempre doy gracias Dios; porque como te decía son duras
circunstancias del destino que nos ponen a prueba y a las cuales sobrevivimos;
y como nuestro camarada Julio Omar Benítez no pudo contarla, quedamos nosotros
para hacerlo porque está prohibido olvidar. Y porque pudimos llegar a Malvinas
con esos guardacostas que no estaban preparados para esa travesía, con olas de
once o doce metros; fue difícil llegar, pero cumplimos. Por eso no debe caer
esto en el olvido y debemos defender lo nuestro a muerte”.
Cabo Segundo Julio Omar Benitez
Oriundo de Basavilbaso, (Entre Ríos) ingresó a la PNA como
Marinero de Primera (1979); es destinado a la Escuela de Suboficiales
"Martín Jacobo Thompson" (Zárate, Bs As), de la que egresó en 1980
como Cabo Segundo del Escalafón Navegación.
Efectuó cursos inherentes a su formación como el de
"Control de Averías e Incendio" y "Ametralladora Browning
calibre 12,7 milímetros" y de "Cañón Oerlikon calibre 20
milímetros" en 1981.
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