jueves, 9 de mayo de 2019

Malvinas : El ataque al pesquero Narwal y al helicóptero que fue a su rescate


El hundimiento del Narwal y los héroes que fueron a su rescate 

El pesquero Narwal pertenecía a la Compañía Sudamericana de Pesca S. A. y operaba en aguas argentinas desde el 16 de febrero de 1975. El 9 de mayo de 1982 el Narwal realizaba tareas de inteligencia para el Comando de Operaciones Navales en aguas próximas a Malvinas.

A bordo del pesquero Narwal viajaba el teniente de navío, Juan Carlos González Llanos. Éste tripulante era un oficial de inteligencia naval encargado de transmitir información de la ubicación de la flota británica, a través de mensajes codificados a la inteligencia militar argentina ubicada en el continente. Llanos siempre iba vestido como pescador  para permanecer de incognito.


El 9 de mayo de 1982 el pesquero Narwal, se hallaba dentro de la zona de exclusión, decretada unilateralmente por Gran Bretaña. Desde el destructor británico HMS Coventry se ordena a dos aviones Sea Harrier -que estaban observando al buque- atacar al pesquero argentino. Las aeronaves británicas atacan al inerme buque con bombas y cañones de ametralladora, con los que también le disparan a las balsas de los sobrevivientes que abandonaron al maltrecho pesquero atacado.

En las proximidades del buque atacado quedaron orbitando aviones Sea Harrier, en altura, realizando una Patrulla Aérea de Combate (PAC), en espera de que algún equipo de rescate argentino acudiera a su ayuda para también atacarlo.

Cuando el buque estaba parcialmente abandonado por la tripulación, fue abordado por personal de comandos de la Marina Real Británica que descendieron de un helicóptero (Lt Cdr Pollok del 846 Sgdn Hermes), para capturarlo.

El Narwal se hundió al día siguiente , cuando era remolcado. De su tripulación, veinticinco marinos fueron tomados prisioneros, uno resultó fallecido, y doce heridos.


En el ataque al Narwal resultó muerto el contramaestre Omar Alberto Rupp, tras perder la pierna derecha y parte de la izquierda tras por el ametrallamiento de un avión británico Sea Harrier. Murió sin conocer a su hijo ya que su esposa dio a luz en el momento de la partida. Sus últimas palabras fueron de recomendación a sus compañeros para que cuidaran de su familia.



Tras el hundimiento del pesquero y luego de que su tripulación fuera tomada prisionera por los ingleses, al  teniente de navío, Juan Carlos González Llanos lo separaron inmediatamente y le dijeron: "Usted es el teniente de navío González Llanos, ¿no?". Tiempo después se dijo que un diario de Mar del Plata había publicado una lista con los pesqueros que colaboraban en la guerra. Y, el Narwal figuraba en esa lista. Se cree que los británicos también hacían mucha inteligencia y tal vez hayan usado ese artículo periodístico para investigar y detectar la misión del Narwal, ya que sabían todos los detalles de la tripulación y conocían el nombre y la fisonomía del militar que iba disimulado entre los pescadores.

La heroica tripulación que fue al rescate

La Fuerza Aérea Argentina informó al gobernador de las Islas Malvinas, el General Menéndez, este hecho y le manifestó que mientras los aviones enemigos estuvieran en la zona, no se enviarían helicópteros a rescatarlos. Ante esta decisión y luego de una fuerte discusión, ordenó que un helicóptero Puma del Ejército Argentino acudiera de inmediato al rescate. El helicóptero elegido para la misión fue el SA Puma AE- 505 que estaba tripulado por los tenientes primero Mario Fiorito, Juan Carlos Buschiazzo y el sargento Raúl Dimotta, y que despegó rumbo a la zona del ataque al Narwal.


Se realizó un seguimiento con el radar del vuelo del helicóptero, aproximadamente a los cuarenta minutos de vuelo, este desapareció de la pantalla. El helicóptero Puma fue derribado por un misil Sea Dart lanzado por el destructor británico HMS Coventry, matando a todos sus tripulantes. El mismo buque británico también se cobraría la vida de otros pilotos de la Fuerza Aérea Argentina, como los capitanes García del G4C y Palaver del G5C, hasta que su posición fue descubierta y atacado por aviones A-4B Skyhawk del Grupo 5 de Caza que lo hundieron el 25 de mayo de 1982, Día de la Patria.

Relato del maquinista del Narwal, señor Feliciano Miño

En Mar del Plata subió un oficial de la armada, creo que de inteligencia, nosotros no lo supimos hasta que comenzó el ataque; allí recién se identificó. Ibamos en apoyo de algún eventual salvamento, o simplemente, estimo, para observar los desplazamientos bélicos en la zona. Eramos un total de veinticuatro hombres plenamente consustanciados en la tarea de hacer algo por nuestra tierra, queríamos que nuestros hijos estuvieran al margen del yugo impuesto por los piratas ingleses. Todos sabíamos que nos jugábamos la vida en la empresa, lamentablemente se perdió una vida y muchos heridos. A nadie escapa que durante la guerra cayeron muchos de nuestros soldados, pero también hubo bajas entre la población civil, que de una manera u otra hacía lo suyo contra el enemigo. De los nuestros cayó Omar Alberto Rupp, el contramaestre que murió sin conocer a su hijo, ya que su mujer tuvo familia cuando navegábamos. Llevaba un triciclo a bordo como regalo para el pequeño, y, al momento de morir, nos pidió que cuidáramos de su familia. Murió en la cubierta con la pierna izquierda destrozada por la metralla de los aviones.

El oficial de marina se identificó como Juan Carlos González y gracias a él pudimos salvar la vida. Esa mañana estábamos navegando y si se podía pescábamos algo, estábamos cerca de la flota inglesa, escuchábamos los cañonazos. Ese domingo 9 de mayo, eran aproximadamente las 09:00 hs, estaba lluvioso y frío, con mar seis o siete, medio agitado y descansábamos mientras navegábamos pero siempre alertas. De pronto, se sintió un impacto en la popa, que atravesó varios compartimentos y en el camino hirió gravemente a Omar que se hallaba en el taller de electricidad.

El Narwal era un buque de 350 toneladas, de sesenta metros de eslora y diecisiete de manga; un barco chico. Yo estaba en la cucheta cuando nos impactaron, creo que fue un misil, enseguida, y después de un instante de zozobra comenzó el griterío. Lo vimos a Rupp gritando, con una pierna menos. El enfermero Gómez hizo las primeras curaciones, pero era imposible hacerle un torniquete para parar la hemorragia, dado que la pierna había sido arrancada casi desde la ingle. Le dieron morfina para atenuar el sufrimiento y alguna bebida, pero debía de ser insoportable.

Estuvo unos cuarenta minutos en cubierta, a pesar de que los aviones ingleses continuaban pasando y tirando. Nosotros no teníamos ningún arma para defendernos, era tanto nuestro miedo, que algunos nos metimos en la cocina y cubrimos nuestras cabezas con las ollas. Una cosa es contarla, y otra es vivirla.

Yo me quedé sin aceite para la máquina pero seguíamos igual, quedé a cargo de la máquina y paré el generador cuando comenzó a entrar el agua, estaba con Wens y era lo único que podía hacer. De mis compañeros del Narwal, recuerdo a Bussed, Carballo, Domínguez, Esquivel, Fabiano, López, Lucaiolo, Ferrero, Fulgenzi, García, Solca, Gómez (Juan y Norberto), Merino, Reinoso, Rodríguez, Zaragoza, Zelasco, los uruguayos Chandot y Jesús Morales, y el paraguayo Wagatta. Tratábamos de tapar los orificios más grandes con lo que podíamos, era imposible achicar normalmente, las balas seguían atravesando el barco pero flotábamos.

Ya se había dado la orden de abandonar el barco. Eramos un blanco fijo y los aviones no cesaban en su afán de destrozarnos, aún a sabiendas que no teníamos con qué responderles; me acuerdo que me lancé a una balsa con unos compañeros y allí apareció ese maldito avión, nos ametralló impiadosamente, de milagro no nos mató a todos, pero la balsa de caucho, se hundió en segundos. Algunos trataban de desarmar las puertas para usarlas como flotantes, había peligro de tiburones ya que es una zona donde habitualmente se pueden encontrar. Eramos una docena de heridos, sufrí el impacto de las esquirlas de la metralla en el ojo y la mano izquierda. A Zaragoza lo hirieron en la columna, y aún tiene la esquirla.

Minutos más tarde aparecieron aviones y helicópteros Sea King. Pero ya no nos atacaron, los primeros aviones, luego del ataque inicial nos ordenaron por radio variar el rumbo, pero no les hicimos caso, estábamos en aguas argentinas y nadie nos podía hacer cambiar el curso, después de varios ataques quedamos al garete, ya no podíamos hacer nada más. Estábamos sin timón, sin radio y con peligro de hundirnos en cualquier momento ante un nuevo ataque.

Ametrallaron un generador auxiliar que pusimos en cubierta para tener luz y atender a los heridos. Ya no había nada que hacer. Los ingleses nos rescataron luego de estar unos veinte minutos tratando de mantenernos a flote en medio del agua que estaba muy fría, con una lluvia que nos calaba hasta los huesos. Fui el segundo al que rescataron los helicópteros, vi que en un costado decía USA pero tenía muy poca visión por las heridas; nos llevaron a un barco y, posteriormente, al Invincible.
Nos atendieron muy bien, la enfermera era de primera, allí estuve con tres compañeros. Parecía otro mundo; nos dieron cigarrillos, buena comida y excelente atención médica, inclusive vimos algo de televisión.

Los ingleses se asombraron cuando pedimos elementos para higienizarnos, cepillos de dientes y maquinitas de afeitar, igual pasó con el tema de los cubiertos, pensaban que éramos indios, después nos trataron con mayor deferencia. Diez días más tarde, luego que me operaran la mano izquierda, nos trasladaron al buque hospital Uganda, y de allí a Montevideo, en el barco Hecla, de allí a Buenos Aires en el aviso Piloto Alsina el 3 de junio.¨

Héroes caídos el 9 de mayo de 1982

Contramaestre Omar Alberto Rupp
Capitán (post mortem) Mario Fiorito
Capitán (post mortem) Juan Carlos Buschiazzo
Sargento primero (post mortem) Raúl Horacio Dimotta


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